Lluís Pomares, a la izquierda junto a Joan Bernat. | Pep Córcoles

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«Este año tenemos muy poca oliva mallorquina para recolectar», afirma tajante Joan Bernat, productor, envasador y comercializador de Caimari. La oliva mallorquina padece varios problemas desde hace ya muchos años a los que éste, en particular, agrega la fuerte escasez de fruto que se prevé. Bernat indica que «las diversas olas de calor padecidas, y en especial durante el mes de junio han provocado que el olivo tire mucha fruta pues se ha ‘escaldado’». Pero además el productor indica que «es cierto que no hay oliva y que las cuatro fincas que tienen un poco la harán valer, pero no es menos cierto que tampoco existe una demanda brutal de nuestra variedad autóctona».

Lluis Pomares, payés de Biniamar que cultiva olivos en la finca Es Collet d’Estellencs, puntualiza: «Tenemos muy poca y es indudable que este año el precio va a subir. La inmensa mayoría está arrugada en el árbol por culpa del calor y la sequía». Joan Ramis, gerente de la empresa Conserves Rosselló, de Llubí, manifiesta que la campaña será un 40 % aproximadamente de la anterior. Hay una sequía brutal y la floración no ha cuajado bien. Ésto provoca que los payeses que tenían intención de hacer los tratamientos adecuados para recolectar la aceituna en verde para mesa se hayan decidido a dejarla para aceite y ahorrarse los mayores costes de la manipulación manual, algo que requiere la aceituna de mesa. Y aún así, habrá problemas de abastecimiento también en la producción de aceite, si bien es cierto que en el Pla de Mallorca se encuentra la mayor parte de olivos para aceite sujetos a un sistema de regadío».

El gerente de la empresa Conserves Rosselló.

El problema de la oliva mallorquina, además de la escasez de este año, se centra en que otras variedades foráneas se pueden preparar al típico estilo mallorquín, y de hecho se hace, con gran aceptación por parte del consumidor. Joan Bernat dice: «Nuestra oliva presenta poca homogeneidad debido a que la inmensa mayoría se encuentra en la Serra de Tramuntana. Eso indica muchos microclimas diferentes, períodos de insolación distintos, y diferentes condiciones del suelo. Así pues, asistimos a aceitunas más verdes, otras más amarillentas, otras con más o menos pasta, otras más alargadas, por no seguir citando más ejemplos». El productor prosigue: «Frente a esta disparidad nos encontramos con variedades peninsulares muy buenas y de una gran homogeneidad que muchos elaboradores utilizamos para prepararlas partidas y aderezarlas; usando nuestra receta tradicional y comercializarlas con buena aceptación». Joan Ramis confirma que en su empresa «existen varias líneas de comercialización. Y si bien es verdad que la oliva mallorquina es de una gran calidad y la comercializamos por ello, no es menos cierto que al año adquirimos 1.000 toneladas de oliva en la península que también se venden porque son de extraordinaria condición».

Por lo que se refiere al precio de este año Ramis sentencia que «queremos apoyar a nuestros payeses y continuar disponiendo de una oliva de excepcional valía. Estamos dispuestos este año a aumentar el precio. Desde hace varios años se pagaba a 2,30 euros el kilo en bruto; probablemente este año vaya por encima de los 2,50 euros». Joan Bernat secunda que «para poder tener oliva novella incrementaremos el precio de compra, pero como ya he dicho tampoco hay una gran demanda pues la hostelería, nuestro principal consumidor, no aceptará una subida importante cuando puede tener un producto similar por un precio menor».