Girart viene de familia de payeses, ha crecido en este entorno y ha aprendido los secretos del campo. | Assumpta Bassa

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Estudió Derecho a la vez que combinaba su trabajo en el campo. Miquel Jordi Girart Tous (Manacor, 1971) ejerce de abogado pero también se considera payés. Desde pequeño aprendió a conocer los secretos de fora vila. Procede de una familia de payeses y se dedica al mantenimiento y la conservación de varias fincas ubicadas en Sant Llorenç. Tiene varios trabajadores a su cargo.

Cultiva todo tipo de hortalizas: tomates, melones, cebollas... y este año también ha sembrado aguacates, un total de 150 plantas. Realiza un cultivo de secano en algunos productos como melones o cebolla; una agricultura de conservación y casi el cien por ciento de semillas y planteles son propios. Tiene árboles frutales como higueras, algarrobos o granados, entre otros. Minimiza el uso de la maquinaria pesada y utiliza energías renovables. Forma parte de la cooperativa Pagesos Ecològics de Mallorca» así como de l’a Associació d’Agricultors y Productors d’Agricultura Ecològica (APAEMA).

Girart explicó que «éste ha sido un año un tanto extravagante. A mediados de octubre llovió durante dos meses y luego se paró. La crisis climática nos afecta de lleno a todo el sector agrícola y a su producción». Uno de los problemas que ha tenido también ha sido la sobrepoblación de conejos. «En la zona tenemos una plaga muy peligrosa que nos ha dañado buena parte de la cosecha. Tengo que agradecer la presencia de los guardias forestales que han venido en varias ocasiones. Todo lo que son los cereales se ha visto muy afectado. Es un problema que padecemos desde hace tiempo. El año pasado sembramos 400 coles y a la mañana siguiente solo quedaban dos».

Vende a mayoristas y a cooperativas. Manifiesta que «es muy importante apostar y concienciar del consumo del producto de proximidad en las escuelas, también en los hoteles. Los productores locales podemos subsistir con coordinación y educación. Curiosamente, el mes de agosto es nuestro mes más flojo cuando debería ser al revés que es cuando hay más turistas».

Por lo que hace referencia al futuro de la pagesia comenta que hay que hacer un cambio de mentalidad. «Sin agricultura, caminamos hacia la extinción. Necesitamos la comida. Muchas veces se compran productos que viene desde fuera porque son un céntimo más barato». Está convencido que Mallorca podría autoabastecerse.

«En caso de necesidad podríamos producir el cien por ciento de comida. Diría que casi es suicida no tener una industria propia de la pagesia». Se mostró gratamente sorprendido que «todavía haya payeses con ganas de trabajar pese a las extremas dificultades de hoy en día». Otra de las trabas para el sector, según considera, es el exceso de burocracia. «Es exasperante y esto que hay que agradecer la ayuda que en muchas ocasiones prestan los funcionarios de turno».