Evelyn Tewes y Pere Vives, junto a parte de la ganadería bovina que pace al borde de los acantilados de Ariant.

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Al borde de los acantilados de la finca de Ariant, en Pollença, pacen desde 2019 vacas de raza autóctona mallorquina. Esta emblemática finca es desde el año 2012 un banco de pruebas en el que la Fundación para la Vida Silvestre Mediterránea (FVSM) y la Fundación Voltor Negre compaginan la preservación de la fauna salvaje y la flora con proyectos de explotación agrícola y ganadera tradicional y ecológica. La ganadería había sido tradicionalmente la principal actividad de la finca y cuando las fundaciones se hicieron cargo de la finca empezaron por explotar el rebaño de ovejas del lugar.

Más allá de su aprovechamiento económico (que se reinvierte en la propia finca) la explotación ganadera de Ariant es una herramienta ambiental fundamental que ayuda a prevenir incendios con el aprovechamiento del carrizo. «Cuando nos donaron la finca hace diez años teníamos 350 ovejas. Poco a poco empezamos a introducir cambios para conseguir que la cabaña fuera de raza mallorquina con el objetivo de poder llevarlas a los pastos salvajes donde crece el carrizo y reducir la masa forestal susceptible de incendiarse», explica la presidenta de la fundación Evelyn Tewes.

«Ahora tenemos 200 cabezas y nuestra intención no es crecer porque no queremos tener que comprar comida de fuera», añade. Hace tres años introdujeron los primeros burros (26) y las vacas mallorquinas. Actualmente tienen 32 vacas. Hace año y medio nació el primer ternero en la finca y en julio del pasado año nacieron tres más. Ahora tienen ocho. Todas las vacas de Ariant son de raza mallorquina. «Es una raza que está en peligro de extinción», dice Tewes a este periódico.

Después de tres años de intenso trabajo la fundación vende ya (por encargo) los primeros lotes de carne de ternera ecológica de Ariant a un precio de 20 euros el kilo. Los lotes son de 5 kilos. «Parte de nuestra función, aparte de velar por la buena salud ambiental de Ariant, es apoyar a las razas autóctonas y las ganancias se vuelven a invertir en la finca. Los animales son buenos para la biodiversidad ayudan a prevenir incendios, abonan mientras pacen y los que mueren alimentan a los buitres cerrando el ciclo de la naturaleza», dice la presidenta de la FVSM. El joven Pere Vives es el payés de la finca de Ariant.

«Primero, las vacas se comen el carrizo envejecido en las zonas más salvajes y luego llevamos a las ovejas que pueden aprovechar el rebrote», explica. Vives destaca la importancia de hacer un buen uso de la ganadería para prevenir incendios, dado que las quemas selectivas que se hacían antiguamente hoy ya no están autorizadas. Además de cordero y ternera ecológicas Ariant tiene también campos de avena, alfalfa y cebada; frutales (vende mermelada de manzana e higos) y miel. Los productos se venden por encargo en su sede en Campanet.