Pedro Obrador posa junto a decenas de polluelos a los que alimenta en sus primeros días de vida. | Gori Vicens

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Los amplios corrales con árboles y chumberas eran, décadas atrás, el mejor gallinero que tenían las casas de campo. Estar al aire libre, picoteando, además de una buena alimentación hace que la carne éstas aves sea sabrosa, especial. Pedro Obrador, de Can Frare, (Son Negre, Felanitx) siempre ha vivido y trabajado en el campo. Su pasión por fora vila le llevó hace unos años a realizar un curso de agricultura regenerativa donde se trató de los beneficios que comporta que los pollos pasturen por el campo, con unas mallas y unos gallineros móviles y que no estén encerrados dentro de pequeños habitáculos en una granja. Una nueva –o antigua– forma de criar pollos camperos.

En aquel momento la falta de matadero avícola en la Isla hizo que el proyecto estuviera un tiempo aparcado. Pero con la puesta en marcha del matadero de Inca, unos seis años después, Pedro y su socio Denis empezaron a desarrollarlo. «Vimos que era algo diferente a lo que existía hasta ahora; una cosa alternativa que podía tener futuro y nos decidimos», explica Pedro. Al no haber criaderos de pollitos en la Isla, los importan de una granja de Tarragona con un día de vida. Y, desde éste momento y hasta el sacrificio ellos se encargan del resto.

Las tres primeras semanas están dentro de una sala, con la temperatura idónea y comiendo pienso. Después pasan al exterior, al campo, a los gallineros móviles y hasta las entre 12 y 16 semanas, dependiendo del peso, en que se sacrifican y se comercializa la carne a restaurantes, carnicerías y también hacen venta directa a particulares. El engorde depende de la temporada. «Los meses más fríos tienen un crecimiento más lento, en cambio, la primavera y el otoño engordan más rápido. Nunca los sacrificamos antes de las 12 semanas», comenta. Al aire libre, además de picotear por el suelo y comer hierba, comen una mezcla de cereales de diferentes clases para que tengan mejor gusto.

Al aire libre, además de picotear por el suelo y comer hierba, comen una mezcla de cereales de diferentes clases.

«Cada cierto tiempo los cambiamos de zona para que pasturen mejor. Les encanta. Además, comer hierba es muy bueno y les ayuda en su metabolismo», explica Pedro. Crían gallinas de la raza Roger Label (con el plumaje rojizo), que es el pollo campero por excelencia. «En Francia, País Vasco y Galicia, que hay más cultura con las aves se utiliza mucho», indica. Es una raza de crecimiento lento, pero produce una carne de mucha calidad y «se adapta al modelo de cría que hacemos nosotros». «Tenemos otras razas que vamos probando para introducirlas en el mercado, pero están en período de pruebas, para ver cómo se adaptan al terreno de Son Negre», explica.