Jaume Seguí junto a una de sus ovejas en la finca de Es Coll Gomar, en Es Capdellà. | Jaime Mora

TW
0

Jaume Seguí, que mientras sus amigos dedican los sábados a practicar running o a coger la bicicleta, se acerca hasta la finca familiar que posee en Es Capdellà para mantener en buen estado sus diez hectáreas. Lo hace los fines de semana, pero también casi todas las tardes, combinando esa ocupación con la de funcionario en el Ajuntament de Calvià. Admite Seguí que, en todo caso, no sería posible esa vida payesa a tiempo parcial de no ser por la labor que desarrollan las cooperativas.

Actualmente, él pertenece a dos de ellas: la de Camp Mallorquí y la de Pagesos Ecològics de Mallorca, que son quienes comercializan sus productos, básicamente algarrobas y almendras, pero también aceite y cordero. Los animales, de hecho, los utiliza Jaume para abonar la tierra y mantener la hierba cortada. Una tarea de mantenimiento, pero casi testimonial a nivel económico, ya que no produce más de una quincena de corderos al año. La tarea «fundamental» de las cooperativas la nota especialmente en la comercialización de los frutos secos, gracias a una labor que, según él mismo destaca, abarca desde el marketing y el etiquetado hasta la búsqueda constante de nuevos nichos de mercado.

El poder trabajar «de la mano» con otras personas que, como él, se dedican al sector primario, robando tiempo a su vida personal y a la familia, es otra de las grandes virtudes que, en su opinión, tienen las cooperativas isleñas. «Vamos todos en una misma línea, y te sientes participe en un proyecto, mientras te quitas un peso de encima», como sería el tener que remar a solas frente a los distribuidores. Los múltiples usos que durante los últimos años está obteniendo la algarroba, utilizada incluso con fines cosméticos, ayuda a mantener viva la llama de Jaume Seguí y de tantos otros que, como él, no tienen en el campo su principal sustento de vida. Pero desde su finca en Es Capdellà, este calvianer de 35 años trata también de poner en valor el trabajo que él y otros tantos realizan en el mantenimiento de la Serra de Tramuntana. Y desde esa vertiente reivindicativa, reclama Seguí ayudas para unos payeses que «dan lustre» a este Patrimonio de la Humanidad.

Colindante con la finca pública de Galatzó, Es Coll Gomar permite a Jaume Seguí disfrutar de uno de los espacios más privilegiados del poniente mallorquín. Desde allí, subraya su «agradecimiento total» a las cooperativas al tiempo que reitera la necesidad de crear líneas de subvención para que esa puerta de entrada a la Serra se mantenga siempre en el estado actual. Respecto al futuro, y aunque lamenta que los más jóvenes no sientan «ningún atractivo» por las labores del sector primario, sí cree Jaume Seguí que existe savia nueva. «Se trata –concluye– de que los padres y abuelos hagan llegar a sus descendientes la misma pasión por la tierra que me transmitieron a mí».