Antiguamente, el garbanzo era esencial en la cocina.

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Según el costumario popular, el pasado 9 de febrero, festividad de Santa Apolonia, es el día idóneo para la siembra de los garbanzos. También había quién los sembraba el primer viernes de marzo. La luna también ayuda.

Este año ha coincidido el 9 de febrero y la luna vella. Antoni Sureda, de Son Vell, es un experimentado agricultor, multiplicador colaborador de la Associació de Varietats Locals de Mallorca que el día de Santa Apolonia sembró los garbanzos. «Me gusta seguir con las costumbres antiguas de la payesía», explica. «Sembrarlos el primer viernes de marzo, como ahora llueve menos que antaño, te arriesgas demasiado por si no lloviera; la planta no crecería adecuadamente y la cosecha no sería tan buena», comenta.

Sureda ha sembrado unas 10 cuarteradas (antaño con una solía ser suficiente para autoabastecerse la familia) de garbanzo mallorquín, del pequeño. «Para consumirlo las personas es más fácil de cocer y también es muy bueno para los animales». Como curiosidad, comenta que «si lo siembras en tierra de call vermell es más fácil de cocer que si se siembra en tierra arcillosa.

Sureda recuerda que antiguamente el garbanzo era esencial en la cocina. «Al menos un día a la semana se comían garbanzos, cocidos o trempats, ahora también se estila comerlos verdes». Para el engorde de animales es una de las mejores materias primas, «es lo mejor que puedes dar a un cerdo para matanza, hace que la carne sea muy compacta, no hace agua, y cuando lo sacrificas hace un 15 % más de peso», explica Toni.

El garbanzo es una planta de verano, sembrada ahora pero que será recolectada en julio. No necesita ni se le hace mucho cuidado «que el terreno esté limpio de hierba y sólo recibe el agua de lluvia», explica. En julio se pasa la cosechadora. Posteriormente se pasa por una ventadora antigua y, para hacer una selección, se pasa también por la porgadora.

Así queda listo para el consumo humano. Para alimento de animales, así como se recolecta se les va dando. Antes de sembrarlo, explica Toni, «es recomendable hacer un tratamiento al garbanzo con cobre, se sulfata con una hormigonera y se deja reposar durante 15 días dentro de un saco, para que no coja la enfermedad conocida como la ‘rabia del garbanzo’ (una especie de mildiu de la viña) y últimamente también lo ataca una mariposa que puede afectar a la producción». Además, al terreno, antes de sembrarlo hay que labrarlo muy bien. En cuanto a la producción, en ecológico, que es como lo produce Toni, siembra unos 80 kilos por cuarterada y, si todo va bien, recoge entre 650 y 800 kilos por cuarterada. «Hay algunos años peores y otros de mejores que hemos llegado a la tonelada», añade.