Sebastià Crespí, podando las vides de la finca en la que está ubicada la bodega Vinya Taujana.

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Joan y Sebastià Crespí representan la tercera generación de una familia dedicada a la elaboración de vino y al cuidado de sus viñedos, situados principalmente en Santa Eugènia. De ahí el nombre que escogieron para su bodega, Vinya Taujana, cuando en 2001 decidieron dar un salto cualitativo con el paso de los antiguos depósitos de hormigón usados por sus predecesores a la elaboración de vinos embotellados, incorporando los depósitos de acero y las barricas de roble, entre otros sistemas contemporáneos de vinificación.

De casta le viene al galgo, dice el refrán, y en el caso de estos hermanos se cumple. «Aunque hemos tenido otra profesión hasta la jubilación, cada rato libre lo dedicamos a ayudar a nuestro padre en la viña; también nuestros dos abuelos tenían viñas y hacían vino para consumo propio, siempre ha estado presente en nuestras vidas», explica Sebastià Crespí, mientras Joan añade que «el trabajo en el campo te tiene que gustar, no puedes estar mirando el reloj», mientras se afanan en la poda de sus vides.

Con este legado a sus espaldas, continúan cutivando sus 6,5 hectáreas de viñedos de las variedades autóctonas Manto Negro, Callet y Moll, y las foráneas Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot, además de otras seis hectáreas de producción externa controlada. Trabajan únicamente con con las variedades permitidas por la D.O. Binissalem-Mallorca, a la que está adscrita la bodega. Tampoco se apoyan en personal externo –los Crespí trabajan la tierra y el vino y sus esposas atienden al público– pues nunca ha dejado de ser un negocio familiar sin grandes ambiciones.

«La crisis de la COVID-19 ha hecho daño al sector del vino, al estar toda la restauración y la hostelería cerrados y muchas bodegas no remontarán, dependemos demasiado del turismo; quizás para nosotros el impacto no es tan grande porque siempre nos hemos enfocado en el consumidor mallorquín», explica Tià, mientras llegan a la bodega de Santa Eugènia algunos vecinos con garrafas vacías en busca de vino a granel. De hecho, pese a que en 2001 iniciaron la producción de vino embotellado, jamás han desistido de esta práctica tan extendida antiguamente en Mallorca. «Si hay una demanda de vino a granel, ¿por qué dejar de hacerlo? es como si todos los restaurantes quisieran servir a la carta y nadie menú», apunta.

Y esto no ha restado éxito a su línea más selecta. Elaboran cuatro vinos: blanco, rosado, tinto Torrent Fals y desde 2016, Lluor, un tinto de uvas sobremaduradas, con un coupage que varía en función de la cosecha y un año de crianza en barrica nueva de roble americano y francés. Sus mayores éxitos han llegado con Torrent Fals, con el que han cosechado cinco medallas en distintos concursos. No se puede hablar de Sebastià Crespí sin remarcar su facilidad para la glosa, una habilidad practicada desde la infancia. Es un artista personalizando con una larga rima las botellas de sus vinos para quien así lo pida.