Maria Avellà en la tienda, en el número 39 de la caller Major de Calvià Vila. | A. Mendoza

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A la altura del número 39 del Carrer Major de Calvià Vila se abre un túnel en un lateral. Apenas 15 metros de pasadizo que dejan atrás la remozada calle para conectar con el paisaje de montaña. En ese recóndito rincón se encuentra Es Forn Vell, la ecotienda regentada por Maria Avellà (Palma, 1978), para quien atravesar ese pasaje es «como ir al pasado». Y no sólo en lo poético. Allí ha convertido en norma lo otrora habitual: el producto local y ecológico de su propia cosecha, la ausencia de plásticos y la compra a granel, ya sean legumbres o detergente.

La historia de amor de Maria Avellà con Es Forn Vell surgió a raíz de un flechazo. Visitó en una reunión el antiguo obrador y encontró su sitio. El horno funcionó hasta los años 30 del siglo XX y aún se conserva la pastera y algún otro elemento digno de una pequeña visita etnológica que atrae incluso a algún turista. Desde julio de 2018, el lugar alberga la ‘locura’ de una calvianera encantada con su trabajo a pesar de las dificultades.

La cruzada de Maria Avellà a favor de los productos ecológicos cristalizó en la tienda por puro pragmatismo. Los problemas para encontrar esos productos en el municipio de Calvià le llevaron a montar el negocio cuando lo llamado ‘bio’ aún no era tendencia. Es Forn Vell sirve de escaparate para artículos como los Johannis de Es Garrover de Mallorca o la Brilla Kombucha llubinera. Y, principalmente, lo que ofrece el campo.

Parte de las frutas, verduras y hortalizas que vende Maria Avellà son de producción propia. En unos terrenos de cerca de cuatro hectáreas, su pareja Joan se encarga de cultivarlas con el sello ecológico. Para ello, aplica la agricultura biodinámica gracias a sus gallinas y ovejas, cuyo abono evita el uso de pesticidas o herbicidas. «Vender lo que producimos nosotros es mucho más rentable», destaca Maria, que sueña con crecer y alcanzar el ideal de sembrar el 100 % de lo que vende. En camino está certificar la calidad y seguridad de los huevos y su aceite D.O., «retrasado por la burocracia», añade. Mientras tanto, colabora con otras fincas y distribuidores de la isla, sobre todo para la fruta.

Maria Avellà optó por consumir ecológico por salud. «No tiene nada que ver el sabor de un producto bio, de kilómetro cero y de temporada, con uno de una gran superficie», subraya. «Cuando te enganchas, ya no hay vuelta atrás», le comenta su clientela. Maria cuestiona también la mala fama alrededor de su precio: «Lo barato que llega de fuera deja una gran huella ecológica y llega cargado de químicos no aprobados por la Unión Europea». Y por ello invita a la reflexión y a encaminarnos hacia la soberania alimentaria.

La debilidad que azota al sector primario en Baleares se refleja también en Es Forn Vell. Pero aún así, Maria Avellà confía en el futuro. «Cuando crees en lo que haces, tiene que ir bien», explica. Una cuerda locura.