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Port Adriano, madrugada del lunes al martes, en una terraza de uno de los restaurantes de la zona. Una ligera brisa hace mucho más agradable la estancia. Reunidas en torno a una mesa cuatro personas, tres de ellas, sobradamente conocidas por el mallorquinismo: el ex entrenador del primer equipo, Gregorio Manzano; el todavía director deportivo, Nando Pons, y su fiel ayudante, Marcos Martín, también todavía vinculado al fútbol base del club. Ocupa la mesa otro comensal, abogado y amigo de Pons y también en su momento vinculado a la entidad, pero nunca en primera fila. No llegó a tanto.

Aparentemente, ninguno de ellos tiene nada que esconder. Por eso se encuentran en un lugar al alcance de ojos, cámaras y objetivos. Aparentemente. La noche avanza y dos redactores de Ultima Hora y un fotógrafo acuden al cónclave para dar fe de la cumbre. Suena raro. Manzano, Nando y Marcos, juntos otra vez, y a ojos de todos. Hay que comprobarlo.

Espacio y tiempo

Es una reunión amistosa, pero todo en la vida tiene su espacio y su tiempo. El espacio es la situación que las tres personas ocupan hoy en el Mallorca. Pons y Marcos han sido invitados a abandonar el club, pero ellos se niegan a hacerlo y con su actuación ralentizan al máximo la transición motivada por la venta de las acciones de Alemany a Serra Ferrer. El entrenador amenazó con demandar al ex consejero delegado por impago y en el club existe la certeza que durante estas vacaciones perfilará la estrategia para hacer efectiva esa denuncia por deberle la ficha y las primas. Ese es el espacio.

El tiempo indica que los dos primeros siguen vinculados al club, mientras que el técnico no. Eso sí, el grupo se ha resquebrajado. Paco Navarrete se ha marchado del Mallorca. Ya no les interesa. Así es este grupo. Sales de él y pasas a la reserva. Que se lo pregunten a Vicenç Grande, que tampoco estaba en Port Adriano.

La noche avanza y el propietario del local se percata de la presencia de prensa en la calle y de cámaras fotográficas. Eso pone en jaque al grupo de comensales. Al parecer esto no estaba en los planes de Pons y cía, pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio, y quién mejor que el propietario del local, y un amigo que pasaba por ahí. «Estáis acosando a mis clientes y si los acosáis no volverán». Los redactores de este periódico esperan pacientes en el coche para tomar imágenes, nada más. Pero su sola presencia era un incordio. Las intimidaciones continúan. «Esto es propiedad privada marchaos de aquí, subid a la cuesta, aquí no». El compañero del propietario insinúa que tomará la matrícula del vehículo de los redactores. La situación pasa de ridícula a esperpéntica. A todo esto, Pons había abandonado la mesa para comprobar qué medio estaba esperando. «Sí, lo conozco», dijo el todavía director deportivo cuando vio a uno de los redactores. La bronca va en aumento. Lo que era una simple verificación de que realmente la cena se estaba produciendo entre tan insígnies comensales se convierte en una ridícula lucha de Pons, Marcos y Manzano para no salir en la foto. El propietario del bar estaba implicadísimo en la historia, así que lo mejor era dificultar el trabajo del fotógrafo al máximo. Decisión salomónica. La tertulia termina a oscuras... Las luces se apagan y no se ve ni a un palmo de la nariz. La escena era de chiste, digna de los Hermanos Marx. Noche cerrada, todo negro, solos, escondiéndose, temerosos de ser vistos, saliendo de puntillas y con los ojos bien abiertos, más que nada para no tropezar. Al parecer no era tan público el cónclave. Mientras tanto en el club la noticia, que ya se relató ayer en el programa 'Juego Limpio' de Ultima Hora Punto Radio, no sorprendió a nadie. Las consecuencias de esta reunión se verán en breve. Si Manzano quiere denunciar no hay más que preguntarle a Pons. Ayer estuvieron juntos, a oscuras, pero juntos.