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La cabeza y el corazón de toda Mallorca estaban ayer en el Annapurna. A unos 7.500 metros de altitud, sin fuerzas para poder valerse por sí mismo y esperando ayuda aguardaba el montañero mallorquín Tolo Calafat. Horas antes, había hecho historia al hollar una de las cimas (8.091 metros) más mediáticas y peligrosas del planeta. En el descenso, la noche atrapó a Calafat y sus compañeros de aventura, el forjado Juanito Oiarzabal y Carlos Pauner. Los dos últimos alcanzaron el Campo 4 (7.100 metros). El agotamiento hizo que Calafat quedara rezagado, extraviado posiblemente, y prefirió detenerse junto a su sherpa, Sonam. Ambos pasaron la noche a la intemperie, unas horas interminables antes de que Tolo se quedara solo, mientras su compañero bajaba hasta el Campo 4 a la búsqueda de ayuda. Entre medias, se activó la maquinaria de rescate, pero el helicóptero Air Zermatt -el único preparado para alcanzar estas altitudes- no pudo acceder a la zona dadas las condiciones climáticas.
Oiarzabal -con congelación- y Pauner -con problemas de visión- enviaron a un sherpa en auxilio de Tolo. Con él, iban oxígeno, corticoides con los que hacer frente al edema cerebral ('mal de montaña') que padece -antiinflamatorios para que el oxígeno llegue al cerebro-, agua, víveres y una tienda para resguardarse.
Comunicación
Las noticias llegaban con cuentagotas. En el Campo 4, Oiarzabal y Pauner, junto al rumano Horia Colibasanu, mantenían contacto con Tolo, que en la mañana de ayer, a través de su teléfono vía satélite, podía hablar con su mujer. No quedaba nadie más. El equipo de la surcoreana Oh Eun Sun, a cuyos sherpas se les ofrecieron hasta 6.000 euros por unirse al rescate, optó por proseguir el descenso.
Los doctores Morandeira y Nerín seguían de cerca la situación, que con el paso de las horas llenaba de interrogantes el estado del mallorquín. Las versiones se cruzaban, y las últimas comunicaciones con Tolo hacían crecer la incertidumbre. «Nos llama desesperado pidiendo que subamos a por él», exclamaba Oiarzabal. Mientras, se planificaba el rescate. En el Campo Base, Jorge Egocheaga, médico y uno de los mejores escaladores del mundo, y Javier Pérez -el cuarto miembro de la expedición- trazaban el plan de acceso con el helicóptero o a pie, con la llegada al Campo 4 como clave. Allí, Colibasanu reforzaría el grupo.
La de ayer fue la segunda noche al raso de Tolo Calafat, en condiciones extremas y a unos 7.500 metros. Esta madrugada iba a ser clave para afrontar una misión vital.