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Una serie de atentados con bombas que tuvieron como blanco áreas chiíes sacudió ayer Bagdad, causando la muerte de al menos 56 personas en una aparente represalia de Al Qaeda después de que Irak propinara varios golpes que habrían debilitado el liderazgo del grupo insurgente.
Ocho personas más también murieron a causa de las bombas en el oeste sunita del país, menos de una semana después de que fuerzas iraquíes respaldadas por soldados de Estados Unidos mataran a dos importantes líderes de Al Qaeda en Irak.
Un total de 13 explosiones sacudieron diferentes zonas de la capital iraquí en una hora cercana a las oraciones musulmanas, la mayoría junto a mezquitas chiíes y en un mercado, informó una fuente del Ministerio de Interior.
Tres bombas tuvieron como objetivo a los fieles en los exteriores de la oficina principal del clérigo antiestadounidense Moqtada al-Sadr en el concurrido suburbio de Ciudad Sadr.
Estas explosiones causaron la muerte de 39 personas e hirieron a 56, provocando el repudio a fuerzas de seguridad. Algunos jóvenes lanzaron piedras a un vehículo militar blindado iraquí.
«¿Por qué siempre apuntan contra nosotros? Somos gente pacífica. Venimos a rezar y después nos vamos por nuestro camino», dijo uno de los supervivientes en un arranque de rabia sin dar su identificación. Los atentados, entre los más letales en Irak en las últimas semanas, también hirieron a unas 120 personas y plantearon la posibilidad de una escalada de la violencia después de que las elecciones de marzo no tuvieran un claro ganador y dejaran un vacío de poder que han aprovechado los insurgentes.
«Atacar áreas de oración es una venganza por las pérdidas sufridas por Al Qaeda», dijo el portavoz de seguridad de Bagdad, el mayor general Qassim al-Moussawi.