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Un terremoto de magnitud siete hundió en la madrugada del lunes al martes al país más pobre de América. La capital de Haití, Puerto Príncipe sufrió las peores consecuencias de una catástrofe cuyo coste en vidas humanas será elevadísimo. De hecho, el presidente de Haití, Rene Preval afirmó en la tarde de ayer que teme que miles de personas hayan muerto. El primer ministro, Jean Max Bereille fue incluso más drástico y habló de «cientos de miles» de fallecidos por el seismo que demolió escuelas, hospitales, barrios humildes y hasta el palacio presidencial. Por su parte, la Cruz Roja Internacional estima que hasta tres millones de personas se han podido ver afectadas por el terremoto. «Esta es nuestra proyección máxima. Se trata de personas potencialmente afectadas, es decir, no necesariamente muertas o heridas, sino que han perdido sus hogares, o han sufrido destrucciones en los suyos, por ejemplo», dijo el portavoz de la FICR Jean-Luc Martinage.

Haití cuenta con una población de unos 8,9 millones de habitantes, según datos estimativos de 2008, y en su capital, la zona más afectada, residen unas 850.000 personas.

El peor en dos siglos
El cuartel general de Naciones Unidas, un edificio de cinco pisos, fue otra de las construcciones importantes hundidas por el peor terremoto en Haití en 200 años, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. El presidente Rene Preval dijo al diario Miami Herald que los daños en la capital Puerto Príncipe eran «inimaginables». El mandatario describió cómo había caminado sobre cadáveres y oído los gritos de personas atrapadas entre los escombros del Parlamento. «Hay muchas escuelas que tienen mucha gente muerta dentro», dijo Preval al diario. «Todos los hospitales están repletos de personas. Es una catástrofe», añadió.

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Escenas de caos se repetían por todas partes en Puerto Príncipe, donde personas sollozaban y caminaban sin rumbo en medio de las ruinas de la empobrecida ciudad. El palacio presidencial estaba en ruinas, con sus cúpulas derrumbadas tras el colapso de las paredes. Preval y su esposa no estaban dentro en el momento del sismo.

El epicentro del seísmo estuvo a sólo 16 kilómetros de la capital y a relativamente poca profundidad, lo que aumentó la devastación para los cuatro millones de personas que viven en la ciudad y sus alrededores.

Muchos durmieron en las calles, mientras réplicas de hasta 5,9 de magnitud sacudían la ciudad en la noche del martes y la madrugada del miércoles. Los informes sobre daños fluyeron lentamente debido a que el país continuaba aislado.

Muchas de las personas que se encontraban en el edificio de la ONU podrían haber muerto. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que entre los desaparecidos figuraban el jefe de la