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Tras la indefinición y la rumorología que reinaba el pasado mes de junio en torno al futuro de la Escola Superior d'Art Dramàtic de les Illes Balears (ESADIB), cuando se graduó la primera promoción, el nuevo curso ha arrancado con unas cuantas novedades. Las más importantes, que el centro se ha integrado en los planes de estudio marcados por el Plan Bolonia y que lo ha hecho con nuevo equipo directivo, comandado por Miquel de Marchi como director académico, quien hasta ahora fue jefe de estudios. Éste cargo lo ocupa la soprano Fanny Marí y Martí Fons es el secretario.
Bolonia era una de las máximas preocupaciones de De Marchi a lo largo del verano porque «si no hubiésemos entrado, habríamos perdido prestigio frente a otras escuelas». Finalmente, ha sido posible, aunque ha «resultado complicado porque significa un cambio de mentalidad».
Además, este año «hemos vuelto a ocupar las 24 plazas» que se ofertan anualmente, lo que no sucedía desde la inauguración de la escuela. El director se muestra muy orgulloso de los 55 aspirantes a esas 24 plazas, «un número alto», dice, de los que seis eran de Menorca y uno de Girona. También consiguió que desde el departamento que dirige Miquel Mestre, la dirección general de Formació Professional de la Conselleria d'Educació, del que depende el centro, se convocaran las plazas para profesores, otro de los asuntos que le mantenían en vilo junto con la falta de espacio, insuficiente para «ofrecer una enseñanza de calidad» a los 78 alumnos de cuatro cursos de la especialidad de Arte Dramático. Para 13 plazas de profesorado se presentaron 75 aspirantes. «Estamos funcionando, el cambio de dirección y de equipo directivo ha dado sus frutos y la colaboración de los departamentos ha sido buena»
Sin embargo, los meses de transición desde que el anterior director, Carlos Molinet, finalizó su contrato el 30 de junio pasado, se vivieron con «sensación de inseguridad, no sabíamos cómo se solventaría la situación, en las condiciones que estábamos llegábamos tarde para preparar el nuevo curso, no teníamos nada, ni profesores ni aulas porque la sede de la escuela no puede asumir todos los cursos». Esto último se solucionó renegociando el alquiler de unas instalaciones vecinas que habían pertenecido a una escuela privada.
En el trasfondo de todas estas dificultades estaban «las restricciones presupuestarias y nos hemos visto obligados a salir adelante con los medios que nos ofrecían».
La escuela, reflexiona De Marchi, «tiene prestigio reconocido, ofrece una enseñanza de calidad, está implantada en la sociedad, pero no consolidada».