Los pensionistas, convencidos de que nada podrán hacer sobre su cheque mensual, cambian resignación por el baile en su hogar de ancianos. | Joan Torres

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Los jubilados de Palma tienen claro que la congelación de sus pensiones «es una sinvergonzonería, una mera desfachatez para quedar bien con alguien en esos clubes internacionales a los que pertenecemos los españoles, pero el asunto es que nos hacen la vida peor a nosotros, que ya vivimos al límite». Ayer, en L'Esplai, el hogar que la obra social de 'La Caixa' subvenciona a la Unión Democratica de Pensionistas y Jubilados en la calle General Ricardo Ortega, reinaba la indignación tras el anuncio del Gobierno de España de congelar sus -en la mayoría de los casos- muy discretas transferencias mensuales.

El 'Bamboleo', con el que buena parte de las decenas de jubilados presentes bailaban en la tarde de ayer en el hogar, no ocultaba su disgusto con el anuncio del presidente Rodríguez Zapatero de no incrementar en el futuro próximo sus ingresos mensuales.

• Ceferina Sánchez. A sus 77 años y viuda, con poco más de 600 euros de paga, no oculta su disgusto, «y al menos que no nos quiten el baile» y reclama «que se quiten dinero ellos de sus pagas, que igual son diez veces mayores que la mía, o al menos que me digan cómo pago yo, con mi miseria, el recibo de la quema de basuras».

• Francisco Amengual. A sus 83 años y con esposa a su cargo, recibiendo algo más de 700 euros al mes, sólo está preocupado por si su testimonio saldrá «como lo digo». Señala que quienes han decidido congelar las pensiones «no son más que un atajo de sinvergüenzas y ladrones que nunca vendrán a dar la cara ante nosotros».

• Miquel Antonio. Al cargo de una paga mensual de 800 euros, cree que el anuncio del presidente del Gobierno «es una tomadura de pelo», y le cita para que le explique «cómo es posible que el año en curso me hayan aumentado 6 euros al mes la pensión mientras todos los recibos caseros se me multiplican por tres».

• Antonia Picó. Viuda y pasados sus 70 años, manifiesta que «con poco más de 500 euros al mes no se puede suponer que haga otra cosa que no sean trampas y magia para llegar a fin de mes». Para ella el anuncio del Gobierno «es tan incomprensible como cruel para los que ya hasta el presente nos arrastrábamos, literalmente, para vivir con dignidad».

• Bartolomé Ferrer. Con 79 años y 840 euros de paga, dice que vive «justito» pero que desde su jubilación «no he confiado en ningún político», y ha preferido «que me pagasen con una botella de buen licor las chapucillas que hacía, de modo que hoy ni siquiera me decepcionan».

• Sebastián Martorell. Con 77 años y su pensión de alrededor de 2.000 euros tras una vida laboral de funcionario, expresa que «sería ingrato quejarme de mi situación si la comparo con los que me rodean, aunque estoy con ellos cuando echan pestes sobre su futuro porque no es de recibo que siempre se acaben cargando las tintas contra los más débiles».