Salida del paso del Sant Enterrament de la iglesia de Sant Francesc. | M. À. Cañellas

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Más de 3.500 cofrades y miles de personas participaron religiosamente ayer noche en la procesión del Sant Enterrament, que transcurrió con absoluta normalidad, a diferencia del pasado año en el la lluvia obligó a suspender la marcha y acelerar el el paso del Sant Enterrament a la iglesia del Socors. Pasadas las 19.30 horas, el paso de Nostra Senyora de l'Esperanza salía de la iglesia de San Francesc para acceder a la plaza, donde realizó su tradicional baile, en medio de una gran expectación, inciándose el recorrido de una de las procesiones más solemnes de la Semana Santa palmesana.
Las 32 cofradías de Ciutat fueron saliendo con paso solemne acompañados por los cofrades. La hermandad de la Santa Caridad abrió la marcha, continuando tras ella la de la Nostra Senyora de l'Esperanza y la cofradía de Santa Mónica. De este modo, comenzó un largo recorrido por el centro de Ciutat siguiendo el orden del Vía Crucis. De San Francesc se dirigieron a la Plaça Santa Eulàlia, para continuar por la de Cort, las calles Colom y Marqués Palmer y seguir por la plaça Major, Calle Sant Miquel dirección a la Porta de Sant Antoni.
El recorrido por la calle Socors, como siempre, trajo a la mente una imagen que ya ha pasado a la historia, como la de las prostitutas del 'barrio chino' arrodilladas ante el Sant Enterrament a su paso.

u PASADAS LA UNA DE LA MADRUGADA
Eran pasadas la una de la madrugada de hoy cuando el paso del Sant Enterrament de la Cofradía Cruz de Calatrava entraba en la iglesia del Socors, con un templo a rebosar. Fue uno de los momentos más emotivos y esperados. La Cofadría lucía flores lilas y se apreciaba la tensión de tantas horas de espera en medio de un ambiente piadoso.
La iglesia lucía sus mejores galas, reestrenando para la ocasión los ocho damasos realizados por Toni Fuster y Joan Rabasa el pasado año, que se encontraban perfectamente repartidos por las diferentes capillas del recinto completamente a rebosar por fieles y visitantes.
Los cofrades de la Cruz de Calatrava abrieron un pasillo al Sant Enterrament que conducía hasta el sepulcro, mientras la banda de tambores dirigida por Carlos Pomar tocó a la entrada de la iglesia una nueva melodía de tambores, acompañando durante un trecho al Cristo Yacente.
A la izquierda del sepulcro se colocó la Virgen de la Dolorosa y a la izquierda del sepulcro Nuestra Señora de Gracia, circunstancia que no sucedió el pasado año a causa de la lluvia, que propició que la Virgen de la Dolorosa no llegara y se optara por colocar el estandarte de la Cofradía a la izquierda del sepulcro.
Con paso lento, el Sant Enterrament llegó a su destino. Allí, aguardaban dos cofrades de la Cruz de la Calatrava, Carlos Serra y Silvia Fiol, que bajaron el Cristo yacente hasta su lecho. Acto seguido, los cofrades Sebastián Aguiló, Juan Serra, Antonia Fuster y Malen Sitjar lo transportaron hasta los pies del sepulcro.
Poco a poco, la solemne ceremonía fue llegando a su fin. Llegaba el instante que todos los fieles esperaban desde que la procesión había salido desde Sant Francesc a las 19.30 horas del Viernes Santo. Alrededor de la 01.30 horas, los cofrades colocaron el cuerpo yacente de Cristo en el sepulcro. Dos de ellos bajaron de forma pausada la tapa y, cuando quedaban pocos centímetros, la soltaron de golpe, lo que hizo que resonara por la iglesia, saliendo del sepulcro incienso, en medio de un silencio sepulcral. Fue en este momento cuando el padre Jesús Miguel rezó el credo en mallorquín, lo que puso el punto final a la solemne ceremonia del Sant Enterrament, que en este año ha tenido un especial significado, al poder recuperar la tradición en toda su amplitud gracias a la que la climatología estuvo a la altura de las circunstancias y no generó ningún tipo de distorsión organizativa. La procesión del Sant Enterrament cerró así la Semana Santa de este año tan especial como el que hemos iniciado.