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«Terrible», «desastre completo», «una barbaridad», «descorazonador». La desolación invadió el viernes a los amantes de la lírica de la Isla al conocer la noticia, adelantada por Ultima Hora, que la XIV Temporada d'Òpera del Teatre Principal está con la soga al cuello. El Consell ha rebajado su presupuesto para 2010 un 68%, lo que hace inviable producir cualquier montaje operístico. Así lo reconoció el conseller insular de Cultura, Joan Font: si la institución no consigue una devolución del IVA por parte de Hacienda o los patrocinadores privados acuden al rescate, no habrá ópera.

El ex director del Principal, fundador de la Temporada d'Ópera y del Cor del teatro, Serafí Guiscafré, reconoce que «el alma me dio un vuelco» al leer la noticia. «Si quitan la ópera le quitan el alma al teatro. Es su esencia y, además, genera una cantidad enorme de puestos de trabajo. Los políticos deberían apoyar todas las modalidades artísticas, dejando de lado su ideología». Salvador Brotons, director de la Orquestra Simfònica, que pone música a las óperas, es tajante: «Me parece horroroso. ¿Por qué las artes y la cultura deben ser las que reciban más recortes? Todo lo que sea interrumpir una iniciativa es un desastre. Cuesta mucho construir y muy poco destruir».

La presidenta de Passione Lírica, Caterina Torrens, opina que es «terrible que las instituciones públicas hagan esto. La ópera es de las pocas propuestas que llenan el teatro en todas sus funciones. Que pasara esto en Oviedo o Murcia sería impensable, y ya no digamos en Barcelona o Madrid». Lourdes Colom, miembro de la citada asociación y del Cor del Principal, no duda en calificar la decisión de «desastre completo. Estamos muy disgustados. Entendemos que es un momento de crisis, pero hay que hacer un esfuerzo. Añoramos las temporadas en las que se programaban cuatro títulos, cuando Palma era respetada en toda España por su ópera».

Pere Bujosa, presidente de Amics de l'Ópera, habla claro: «No sólo me parece mal, sino preocupante. Es una manifestación cultural importante para todas las Islas. Las administraciones se llenan la boca hablando de turismo de calidad y de desestacionalizar la economía, pero luego hacen esto». Desde Roma, el barítono menorquín Joan Pons recibió la noticia con «mucha sorpresa. No es una decisión acertada porque hay otras cosas que se podrían eliminar antes, como el propio Consell. Tanta duplicación de funcionarios hacen perder muchas óperas». La soprano María José Perelló sospecha que «en el Principal hay alguien que está en contra de la ópera. Este es el único centro que puede ofrecer estas representaciones en toda la Isla, y su director se equivoca si impide a la sociedad acercarse a ellas». «Hay mucha gente que se está formando para trabajar en la música y con esta decisión les quitan la opción de trabajar en su propia casa», apunta el barítono Tomeu Bibiloni. «Hay que promocionar las iniciativas que funcionan, no recortarlas».

Desde el Conservatori Superior de Música, su director, Josep Prohens, hace un llamamiento a «hacer un esfuerzo para mantener algo tan importante para las Islas». Prohens avisa: «Cuando se elimina algo, aunque crean que es temporal, después es muy difícil volverlo a recuperar». Por su parte, Emilio Sagi, director artístico del Teatro Arriaga de Bilbao, coincide: «Estas cosas son muy difíciles de recuperar si las pierdes. Es descorazonador que desaparezca este evento».

Armando Lorente, percusionista de la Simfónica, califica el recorte del presupuesto de «barbaridad. Aunque haya crisis, es esencial para cualquier sociedad que no se perjudique tanto la cultura. Si no, apaga y vámonos», sentencia. Nigel Carter, percusionista de la orquesta, cree que «desde luego es una pena para los aficionados. Culturalmente, estamos a la espera de un cambio», dice en referencia a la clase política. Angelines Morales, una de los cientos de fans de la ópera que llenan el Principal en cada función, piensa que hay gran «ignorancia» en cierta clase política sobre qué es la ópera: «Creen que la gente va a allí a lucir pieles y perlas, pero no es así. Falta mucha cultura».