Lola Mencía, durante su intervención en el programa. | Mtmad

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Está claro que pasar en una isla paradisiaca cerca de cuatro meses aprendiendo a sobrevivir es una experiencia que para la mente y el cuerpo tiene consecuencias, tal y como muchos de los participantes de Supervivientes han revelado tiempo después tras volver del reality. La última ha sido Lola Mencía, que se ha unido a su compañera Melyssa Pinto sincerándose a través de su canal de Mtmad, Wild Lola.

Si bien la exconcursante de La isla de las tentaciones ha asegurado que su salud mental pasa por uno de sus mejores momentos, no ocurre lo mismo con su físico pues está sufriendo una serie de desajustes hormonales que le están pasando factura.

En primer lugar, ha confesado que la semana pasada tuvo la regla por primera vez desde el mes de marzo, por lo que «mi cuerpo era una bomba de hormonas», aunque «me bajó un día solo y se me cortó, así que imaginaos el cacao que tiene mi cuerpo ahora mismo», ha dicho incrédula.

Este cambio tan drástico en su periodo ha provocado que genere más testosterona, la hormona masculina, y esa es la razón principal para que su cuerpo haya experimentado ciertas transformaciones físicas, por ejemplo, en la parte superior de su cuerpo.

«Me veo los brazos más grandes, un poco más ancha de hombros», ha indicado. Además, cree que ha perdido curvas por este mismo motivo, ya que ha notado que su cintura no está tan acentuada como antes de viajar a Honduras.

En este sentido, se ha mostrado tranquila después de que su médico le explicara que esto se debe a que sus hormonas están trabajando de forma irregular, por lo que terminará volviendo «a la normalidad».

La joven también ha contado que está sufriendo ansiedad, lo que le lleva a comer «a todas horas», sobre todo alimentos cargados de azúcar. «No me gustaba el chocolate y ahora como postres que en mi vida comería porque me empalagaban», ha asegurado.

Se le cae «muchísimo el pelo» y nota que tiene la piel «súper grasa», lo que provoca que le salgan «mogollón de granitos». Además, sus niveles de energía se han reducido considerablemente y nota que «tengo muchísimo sueño siempre», lo que, según apunta, podría ser producto del cansancio acumulado que sufre.

Por último, Lola ha subrayado que a pesar de todos estos cambios y de que en el pasado «no me quisiera nada de nada», ahora la cosa es diferente, porque aunque «no estoy muy a gusto con mi cuerpo» trata de «llevarlo lo mejor que puedo».

Reconoce haber progresado y madurado emocionalmente, algo que ha notado en la ausencia de dependencia emocional de otras personas, ya que hoy por hoy puede disfrutar de estar sola en casa, ya no es tan «posesiva" y "celosa» con sus relaciones amorosas y se siente mucho más segura de sí misma.