El extorero Rafael de Paula ante los medios de comunicación a la salida de los juzgados de Jerez de la Frontera después de pasar a disposición judicial tras ser detenido ayer tarde y pasar la noche en los calabozos de la comisaría jerezana por proferir amenazas e intentar agredir a su abogado. | Efe

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El diestro jerezano Rafael de Paula, de 74 años, ha sido condenado  a seis meses de cárcel por una falta de daños y un delito de amenazas  al que fuera su abogado. La pena será sustituida por el pago de una  multa de 1.825 euros --a razón de cinco euros diarios durante un  año-- tras el acuerdo alcanzado en el juicio rápido celebrado este  viernes en el Juzgado de lo Penal número 3 de Jerez de la Frontera  (Cádiz).

Por la falta de daños tendrá que hacer frente a una multa de 100 euros, a razón de cinco euros diarios durante 20 días. La magistrada  le ha impuesto, además, una orden de alejamiento sobre el letrado  denunciante, Manuel González Gamero, por espacio de dos años.

Por su parte, la acusación particular ha renunciado a solicitar  cualquier cuantía económica y se ha adherido «íntegramente» a la  petición de la Fiscalía, mientras que la defensa ha confirmado el  abono de la cantidad fijada por los daños causados en la puerta del  despacho del abogado que golpeó el torero.

En declaraciones a los periodistas a las puertas del juzgado, De  Paula ha reconocido que se «arrepiente» y señala que «quizás» no  debió «usar el cuchillo y una pequeña soleta para abrir la puerta»  del despacho del que fuera su abogado.

Cabe recordar que los hechos tuvieron lugar el 31 de octubre,  cuando el torero fue detenido por la Policía Nacional después de que  éste se personara en el lugar de trabajo de la víctima en «actitud  amenazante» con una bolsa en la que llevaba «un puñal y una azada»,  teniendo el letrado que encerrarse para evitar una posible agresión.

Rafael de Paula ha dicho al respecto que «hay que saber  comportarse a pesar de las malas tardes», añadiendo, sin ahondar más  en lo ocurrido, que no era «agradable» tener que sentarse en el  banquillo de los acusados.