Josep Massot i Muntaner | Jaime Morey Rotger

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Afirma que la constancia es su mejor virtud. No es cierto. Posee otras más determinantes. No obstante, sólo alguien con una capacidad de trabajo descomunal puede legarnos un estudio tan minucioso y riguroso de lo que fue la Guerra Civil en Mallorca. Josep Massot i Muntaner (Palma, 1941) dirige Publicacions de l'Abadia de Montserrat y es Doctor Honoris Causa por la UIB. Acaba de publicar Les represàlies de Franco contra els militars poc addictes.

Le pregunto si se dio algún caso de militares que se opusieran al golpe de Estado. Me responde:
Josep Massot.- Uno solo. Hubo un capitán que se pasó a Bayo cuando el desembarco. Pero sólo uno. Sin embargo, el proceso conocido como la Causa del Mando, que justifica que yo escribiera este libro, pone en evidencia los diferentes grados de adhesión o de entusiasmo que se dieron en el ejército. Tenga en cuenta que el 17 de Julio hubo militares que se levantaron en nombre de la
República. Y otros, reivindicando la reinstauración monárquica a través del Carlismo... Un golpe de Estado es algo muy complejo. Además, a una evidente falta de planificación había que añadirle las dudas de los propios golpistas al ver que habían fracasado en muchas ciudades. Valencia era republicana. Y Barcelona. Y Menorca...
Llorenç Capellà.- Goded ocupó la calle en nombre de la República.
J.M.- Y Mola. Y Franco. Probablemente habían previsto la implantación de un gobierno dictatorial de derechas, pero sin renunciar al envoltorio republicano. Pero, claro, los carlistas reclamaban su parte en el botín.
L.C.- ¿Y Alfonso XIII...?
J.M.- Estaba muy desprestigiado entre los militares. Aunque Acción Española proponía una segunda restauración. En cualquier caso, Franco fue lo suficientemente hábil como para desactivar las aspiraciones de unos y otros.

L.C.-Volviendo al proceso que analiza en su libro...
J.M.- Le pongo en antecedentes: Goded, en el bando de guerra, ordenaba que fuera pasado por las armas todo aquel que de obra o de palabra intentara oponerse a lo que él denominaba el Movimiento Salvador de España. Por otra parte, Franco, cuando el desembarco de Bayo, envió órdenes bien concretas ordenando la militarización de todos los reemplazos que fueran necesarios para repeler el ataque.
L.C.- ¿Y...?
J.M.- Ni hubo en los primeros días una mortandad indiscriminada ni fueron llamados los reservistas. Y no lo fueron por una razón muy sencilla: porque el Mando imaginaba que, en su mayoría, eran adictos al Frente Popular.
L.C.- La llamada Causa del Mando...
J.M.- Corresponde al proceso 977, de octubre de 1936. No obstante, el mes anterior se había iniciado el 976, en el que se acusaba de negligencia a los tenientes coroneles Pere Llompart Ramis y Andreu Cifre Munar, y al comandante Hilario Vicente Castro.

J.M.- Porque Franco tomó inmediatamente cartas en el asunto. Nombró comandante militar al coronel Trinidad Benjumea del Rey, y gobernador civil al propio Mateu
Torres. También mandó destituir a los jefes y oficiales que fueron juzgados en la Causa del Mando. El juez instructor fue otro personaje siniestro, el general Ricardo Fernández de Tamarit.
L.C.- Llama la atención la íntima amistad de Torres Bestard con Franco. Torres era falangista...
J.M.- Y a Franco no le caían bien los falangistas, es cierto. Pero le convenía tener amigos incondicionales en Falange para poder manejarla a su antojo. Tampoco tragaba a José Antonio. Ni a los italianos. Ni al coronel García Ruiz...
L.C.- Sin embargo, García Ruiz era del núcleo militar más duro.
J.M.- Sin duda. Al coronel Díaz de Freijó se le acusó de tibieza en el mando.
L.C.- Sí...
J.M.- Pero en realidad se le acusaba de no escarmentar a la población civil. En el juicio adujo que si ordenaba matar  indiscriminadamente perdería toda fuerza moral, y García Ruiz le respondió que si no era capaz de limpiar de rojos la isla le permitiera hacerlo a él que lo haría sin ningún titubeo.
L.C.- ¿Qué le molestaba, de García Ruiz, a Franco?

Durante semanas, no sólo García Ruiz, sino también el Conde Rossi, Torres Bestard, el Marqués de Zayas y alguno más, fueron de pueblo en pueblo recibiendo homenajes y baños de multitudes. Y Franco aborrecía todo esto

J.M.- Sus excesivas ganas de aparentar. Él y algunos más se atribuyeron la victoria sobre Bayo cuando en realidad el mérito les correspondía a los aviadores italianos. Durante semanas, no sólo García Ruiz, sino también el Conde Rossi, Torres Bestard, el Marqués de Zayas y alguno más, fueron de pueblo en pueblo recibiendo homenajes y baños de multitudes. Y Franco aborrecía todo esto. Prueba de ello es que a los que acabo de nombrar, fue apartándolos poco a poco de los puestos de responsabilidad.
L.C.- ¿Incluso a Torres Bestard...?

J.M.- Sí, aunque no por ello se enfrió su relación. Le nombró gobernador civil de Pontevedra y le encargó responsabilidades relacionadas con el control y la represión social. Por otra parte, también se los quitó de encima porque en Mallorca ya no se podía asesinar a más gente. El propio Marqués de Zayas lo decía. Comentaba que le visitaban diariamente en su despacho para
entregarle listas y más listas de personas que deberían ser eliminadas, pero que la represión había sido tan exagerada que ya no podía tenerlas en cuenta.
L.C.-...
J.M.- Volviendo a la Causa del Mando, me ha llamado la atención que uno de los atenuantes esgrimidos por el defensor del teniente coronel Garrido de Oro se basa en el anticatalanismo de su defendido. Garrido de Oro organizó la campaña contra los firmantes de la Resposta als Catalans, que fue una declaración de catalanidad de los intelectuales mallorquines en respuesta a un manifiesto, en el mismo sentido, firmado desde Catalunya.
L.C.- Hubo un artículo furibundo del general Fernández de Tamarit en contra de los firmantes...
J.M.- Y otro de Llorenç Villalonga, más comedido, sugiriéndoles que si se retractaban públicamente el asunto podría olvidarse. En conclusión: quisieron humillarles, meterles el miedo en el cuerpo. Y lo consiguieron.
L.C.- No era difícil.
J.M.- Con lo que estaba pasando, no. El cónsul británico, Alan Hillgarth, dejó escrito que Torres Bestard le había justificado la represión, diciéndole que no todos los rojos que mataban podían ser llevados ante un tribunal militar porque no podía acusárseles de nada. No obstante, tenían que matarlos para dar un escarmiento.
L.C.- ¿Qué ha aprendido leyendo la Causa?
J.M.- Más que aprender nada nuevo, he confirmado lo que ya sabía. Que la aviación italiana decidió la batalla de Portocristo y que los jefes y oficiales de ambos bandos dieron toda una lección de ineptitud militar. Otra cosa quiero remarcarle...
L.C.- ¿Cuál...?
J.M.- La dignidad del coronel Díaz de Freijó.
L.C.- Fue un golpista.
J.M.- Pero su negativa a autorizar la represión indiscriminada le costó la cárcel y la carrera.
L.C.- Si Goded no llega a trasladarse a Barcelona ¿hubiera actuado igual...?
J.M.- ¿Goded...? Goded era peor que Franco. Seguro que hubiera mandado matar a media Mallorca.

La Causa del Mando, analizada en Les represàlies de Franco contra els militars poc addictes (Lleonard Muntaner Editor, 2011) descubre los enfrentamientos y puntos de vista diferentes de la cúpula militar golpista, desdiciendo las versiones oficiales en torno a la camaradería que reinaba en las salas de banderas. Pero también pone de relieve la escasa ética que presidía sus actuaciones y razonamientos. Así el capitán de Infantería Joan Bennàssar Bisquerra, defensor del coronel Emilio Ramos Unamuno, no duda en afirmar en favor de su defendido que con su forma de proceder no se hubieran perdido otras plazas porque gracias a él «en Manacor se llenó un cementerio nuevo». La Causa del Mando y el Procedimiento 976 -en archivos del ejército junto a otros legajos judiciales que actualmente recupera la Associació de Memòria de Mallorca- apenas tuvieron, en su momento, resonancia pública. En el Procedimiento 976 se optó por pasar a la reserva a los tres encausados, los tenientes coroneles Pere Llompart Ramis y Andreu Cifre Munar, y el comandante Hilario Vicente Castro. El otro juicio se zanjó con penas de cárcel que no se cumplieron en su totalidad. El coronel Díaz de Freijó fue condenado a doce años; el coronel Ramos Unamuno, a diez; el teniente coronel Garrido de Oro, a doce; el capitán Sanchís Candela, a tres y un día. Y el comandante Clar Pujol, salió absuelto. Todos ellos fueron apartados de la actividad militar.