Gabriel Oliver | Teresa Ayuga

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Físicamente recuerda a Roberto Bolaño. Es tímido, de trato amable. Biel Oliver (Algaida, 1968) es músico y compositor. Se licenció en clarinete (Conservatorio Superior del Liceu, 1996) y con anterioridad lo había hecho en Historia (UIB, 1991). El pasado junio, la banda de la Federació de Bandes de Música de Mallorca, dirigida por Andreu Julià, realizó un concierto con obra suya en la iglesia de Algaida. Le comento que entre la historia y la música hay poco en común. Me
responde:
Biel Oliver.- Veinte años atrás apenas había estudiantes de música a nivel universitario. Mis padres no veían claro mi futuro en una banda o dando conciertos. ¡Y si al menos lo hubiera visto yo...! Así que me matriculé en historia.
Llorenç Capellà.- ¿Sin complejos...?
B.O.- ¿Qué quiere decir...?
L.C.- Es una frase de Aznar que ha hecho suya Carlos Delgado, el conceller de Turisme.
B.O.- Salgo a la calle sin complejo alguno. En cambio, Delgado, es posible que sea un acomplejado, de ahí su actitud agresiva contra la lengua y la cultura catalana. Me preguntaron sobre él para una encuesta.Y respondí lo mismo que le digo a usted: Delgado es un acomplejado que desprecia un patrimonio cultural que yo, en cambio, defiendo y quiero legar a mis hijos.
L.C.- Una de sus composiciones está dedicada a Jaume II.
B.O.- Fue un encargo de Andreu Julià. Así que compuse una fantasía en tres movimientos, porque me permitía no atenerme a un perfil rígido del personaje. En realidad me olvidé de Jaume II. Contrariamente a lo que se da a entender, los músicos componemos por libre y luego, cuando tenemos la partitura, decimos que ha estado inspirada en tal o cual historia.
L.C.- Le agradezco la franqueza.
B.O.- ¿Por qué no iba a tenerla...? Aunque debo matizar que casi siempre acabamos buscando algún punto de encuentro con el tema del encargo. En este trabajo sobre Jaume II, he dedicado el primer movimiento a los inicios del Regne de Mallorca, cuando Jaume I cometió el gran error de dividir sus dominios entre los hijos.
L.C.- Vale.
B.O.- El segundo está dedicado a Esclarmonda de Foix, esposa de Jaume II. Es una pieza lenta que invita a la contemplación, de acuerdo con su virtuosa vida, primero dedicada al matrimonio, luego a la vida conventual.
L.C.- ¿Y el tercero?
B.O.- Es de un ritmo frenético porque hace referencia a les Ordinacions. O al menos esto es lo que les conté a los músicos que iban a interpretarlo. De todas formas, en un aparte, le aconsejé a Andreu Julià que cada uno de ellos se imaginara la historia que quisiera. Así se sentirían más identificados con la música.
L.C.- Pero, a veces, la historia condiciona la melodía.
B.O.- Claro que sí. Un romance como Don Francisco exige unos arreglos musicales muy diferentes que el Vou veri vou per no dormir, de Guillem d'Efak.
L.C.- Usted pasa de la música culta a la popular como si nada.
B.O.- Por muchas razones. La primera y primordial es porque la buena música será igualmente buena si se trata de una pieza barroca de Bach como de un romance de autor desconocido. Pero también trabajo con distintos registros por inquietud cultural. Me interesa participar de esta especie de milagro que supone llevar la música a todas las sensibilidades.
L.C.- Sus comienzos fueron con l'Orquestina d'Algaida.
B.O.- ¡Si fui uno de los fundadores...! Fue en el ochenta y cuatro. Era un adolescente y me sentía deslumbrado por la Orquesta Platería y canciones como Pedro Navaja.Ya sabe: Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar/ con el tumbao que tienen los guapos al caminar...
L.C.- En cualquier caso, en Algaida hay tradición musical.

“Incluso en la posguerra, cuando todo era silencio, surgió una orquesta que hacía música de verbena, la Rapial”

B.O.- Es cierto. Incluso en la posguerra, cuando todo era silencio, surgió una orquesta que hacía música de verbena, la Rapial. ¿Y adivina la razón del nombre...? Se la descubro: Ra, de Randa; Pi, de Pina; Al, de Algaida.
L.C.- No hubiera caído, no...
B.O.- En tiempos de la República había dos bandas en el pueblo. La de Can Mulet, que era considerada de derechas; y la de Can Mena, que pertenecía a las izquierdas. Luego vino Franco y se acabó la competencia. Surgió una nueva, la municipal, con muy pocos efectivos. Incluso se rumoreaba que buena parte de los instrumentos acabaron en la banda de Porreres, no sé si requisados, regalados o comprados. Lo cierto es que en la década de los setenta los músicos de la posguerra habían envejecido y necesitaban darle el relevo a otra generación. Tuve la fortuna de ser uno de los escogidos.
L.C.- ¿Y me dirá por qué eligió el clarinete?
B.O.- ¡Si no lo elegí...! Los músicos nos miraban a la cara y nos asignaban el instrumento que consideraban oportuno. Se fijaron en mis labios, más bien finos, y me dieron un clarinete. Y acertaron. Supe que el clarinete y yo ya no nos separaríamos.
L.C.- Dejó la música por la historia...
B.O.-Ya se lo he dicho: no tenía claro que pudiera ganarme la vida como músico. Por otra parte, en el instituto me encontré con una profesora, Joana Martorell, que me supo interesar por la historia. Así que me licencié en Historia del Arte.
L.C.- ¿Se cruzó usted en el camino de Biel Majoral o fue al revés?
B.O.- No fue difícil que coincidiéramos porque ambos somos de Algaida. Fue a comienzos de los noventa. ¡Y no le había oído cantar nunca...! Delfí Mulet, que también fue de los fundadores de l'Orquestrina la abandonó porque posiblemente le interesaba un tipo de música como la que hacía Majoral. Pero yo continué con lo mío. Aún no me explico cómo había podido ignorarle.
L.C.- ¿A Majoral...?
B.O.- Sí, a Majoral, porque en aquellos tiempos ya era conocido, actuaba en las universidades... Aún así, nuestra relación artística tardó un tiempo en consolidarse, porque me trasladé a Barcelona para estudiar en el Liceu. Y luego a València, porque me interesaba completar los estudios sobre la música de banda. Los valencianos tienen una estructura musical impresionante que, curiosamente, poco o nada tiene que ver con las instituciones públicas. El propio pueblo ama la música, se organiza, crea bandas... Cuando me incorporé, en 2002, a la de Palma, de los cuarenta y cinco músicos, solo tres éramos mallorquines. Los demás, eran valencianos o hijos de valencianos.
L.C.- También amplió estudios de clarinete en Austria.
B.O.- Primero en Graz.Y luego en Salzburg. El nivel de exigencia para el estudiante es muy elevado. Al menos en comparación a lo que me habían exigido tanto en Barcelona como en València. No obstante, ahora, las cosas han cambiado y puede que aquí se exija demasiado. ¡El clarinetista ha de estudiar catorce años...! Además, con una dedicación total. Y esto no es bueno. El niño ha de disponer de tiempo libre para jugar.
L.C.- ¿Alguno de sus hijos sigue sus pasos?
B.O.- El mayor, con siete años, estudia piano. Pero lo ha decidido él. Mi padre, que era un payés de los que llaman al pan, pan, y al vino, vino, me decía que los hijos han de decidir con plena libertad.
L.C.-Y usted comparte su credo.
B.O.- Claro que sí. Incluso le diría que lo considero el mayor legado que me dejó. ¿Los hijos han de ser libres...? ¡Naturalmente!Y, de niños, han de jugar. El juego es una expresión de libertad.
L.C.- En las canciones de Biel Majoral se deja sentir su influencia.
B.O.- ¿Lo dice por los arreglos...? Me lo advirtió Delfí Mulet: Majoral tiene una forma de cantar muy particular. Yo destacaría su entonación y el garleig, algo único. Inicialmente su voz se resiste a que le acompañen muchos músicos. Pero luego se adapta a los cambios con gran facilidad.
L.C.- ¿Cómo se pasa un día lejos de los instrumentos, de las partituras...?
B.O.- No puedo decírselo, porque aún no me he hallado en esta situación. Amo la música y la vivo las veinticuatro horas del día. Pero el compositor no se recluye en una torre de marfil, sino que hace suya la problemática de la calle o de los vecinos. Recuerdo un poema magnífico de Guillem d'Efak, Cançó de Comiat. ¿La sabe...? S'ha acabat la festa/ ja tomba la neu...
L.C.- I només em resta/ plorar i adéu...
B.O.- Escribí la partitura en 2009. Y casualmente fue un año muy duro, pues se me murieron varios seres queridos. Aquella partitura, por tanto, a partir de Guillem, enlazaba muchos sentimientos. ¿Me explico...?
L.C.- Sí.
B.O.- No conocí personalmente a Guillem d'Efak y he de agradecerles, a Tomeu Mestre, su biógrafo, y a Biel Majoral, el interés que tuvieron en darme a conocer su poesía. Fue un personaje admirable ¡pero tan diferente de mí...! Decía que a la semana le sobran dos días: ahir i demà.
L.C.- Vivía el presente.
B.O.- Con pasión. En cambio, yo soy una persona ordenada, que quiero saber en cada momento dónde están mis hijos... Mi carácter, tan opuesto al suyo, hace que aumente la fascinación que siento por él.
L.C.- ¿Hacia dónde va, usted, cómo compositor?
B.O.- No lo sé. ¿Que aspiro a que mis composiciones sean conocidas...? Seguro que sí. No obstante, me preocupa el presente... No soy una persona apasionada por la política ni me interesa otra ideología que no sea la de vivir en paz y con pan para todos. No obstante...
L.C.- Dígame.
B.O.- Paso los veranos en Sant Llorenç, en una casa de campo.Y mi esposa me dio a leer las narraciones de Salvador Galmés. Leyendo Flor de Card o La Dida y contemplando aquel paisaje que le inspiró, no puedo dejar de preguntarme cómo puede negarse la existencia de nuestras raíces culturales. Ya le digo, me preocupa todo eso...
Biel Oliver empezó en una banda de pueblo, la de Algaida, especializada en pasacalles y música bailable. Luego inició los estudios en el conservatorio de Palma, se licenció en el Liceu de Barcelona, aprendió música de banda en València y amplió sus conocimientos como clarinetista en Austria, en Graz y Salzburg concretamente. Ahora es uno de los cuarenta y tantos componentes de una gran banda, la Municipal de Palma; acompaña a Biel Majoral, de cuyas canciones, además, hace los arreglos en colaboración con Delfí Mulet; y, también con Delfí Mulet, forma parte de l'Arrual Jazz Mort. O sea que este músico, de nombre artístico Biel Torres, se ha identificado con todos los registros y estilos, desde el pasodoble a la música barroca, desde el romance tradicional al swing. En unas semanas saldrá a la venta un CD (Siau qui sou!) con la voz de Biel Majoral y poemas de Guillem d'Efak. Biel Oliver se ha encargado de la composición musical y de los arreglos. En cualquier caso, el disco, contará con más colaboraciones. Las de la soprano Maria Rosselló y la del biógrafo de d'Efak, Bartomeu Mestre, que dice (prefiero decir a recitar) algunos poemas; la de Delfí Mulet (inseparable en la obra de Majoral) y la de la Banda Municipal de Manacor, dirigida por el maestro Pere Siquier. Luego, Dios dirá. Me refiero al futuro de Biel Oliver, un músico con mil oídos. Archiva la partitura de Don Francisco y se sumerge en el ragtime con las calles de la Nueva Orleans decimonónica de telón de fondo. Todo, sin salirse del triángulo geográfico que marca su vida: Palma-Algaida-Sant Llorenç.