Joan Carles Montoro | Xisco Busquets

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Es un romántico, un idealista que ha conseguido lo que quería: tener una tienda en el casco antiguo de Palma donde vende sifones, piñas, limonadas, gaseosas... y vinos a granel. Si lleva el envase, una piña cuesta 0,60 céntimos; sin él, 0,70 céntimos. Joan Carles Montoro del Salto nació en Santanyí (Mallorca) el 28 de febrero de 1975. Es sifonero. Afirma: «Lo que más me gusta es caminar porque haces gimnasia y además si caminas en la ciudad observas a la gente, los edificios... y si caminas en el campo, y coges espárragos o setas, incluso te puedes alimentar». Su establecimiento tiene una estética muy original, a la izquierda los colores de las cajas de piñas, gaseosas, limonadas, naranjadas..., a la derecha las botas de vino que vende a granel, y al fondo toda la gama de sifones.
Xisco Busquets.- ¿Está seguro de que no se ha equivocado de siglo, amigo?
Joan Carles Montoro.- (Risas) No, no... al contrario, es el futuro. Todo es retornable. En Holanda, incluso las botellas de plástico son retornables. En los supermercados hay una persona que se dedica exclusivamente a devolver el dinero de las botellas. Y aquí, tarde o temprano, llegará, igual que ahora ya se pagan las bolsas de plástico en los hipermercados.
X.B.- Vale. Pero... ¿y lo de las piñas y los sifones?
J.M.- ¡No me diga que no es mucho más romántico beber una piña o una naranjada hecha en Mallorca que beber una Fanta!. Aquí, en el año 1973, había 130 y pico fábricas de bebidas carbónicas.
X.B.- ¿Qué me dice?
J.M.- En Felanitx, Carbónicas Gum, Ramis; en Llucmajor, Puig, Martí, Revoltosa; en S'Arenal, Productos Montserrat; en Palma: Carbónicas Dalfon, La Peral, Miret, 3 Diamantes, Simonet, La Delecta, Cicerón...; en Sa Pobla, Picsa; en Porreres, Ca'n Gelat; en Algaida, El Molino; en Santa Margalida, Ordinas, Trobnic; en Sant Llorenç, 3 Jotas; en Campos, Adrover...
X.B.- ¿Cuántos fabricantes quedan?
J.M.- La Paduana, de Petra. Todas las demás, que yo sepa, han cerrado.
X.B.- ¿Sabe por qué los protectores de los sifones son de plástico?
J.M.- Antes eran de hierro y parece que se hacían a mano. En los años 60, cuando la expansión del plástico, se introdujeron estos protectores de diferentes colores. Y en el año 1926 no tenían protección, aquí tengo una película, "El secreto de la pedriza", de Balear Films, y hay una escena en la Plaça Major donde sale un sifón sin protección.
X.B.- ¿Usted es un estudioso del sifón?
J.M.- No, no... Quiero tener sifones pero no hacer tesis científicas sobre ellos. El sifón es para dar alegría a la tienda. Quiero que la gente pueda beber palo con sifón o vino con sifón, que podría ser el sustituto de la cerveza. Imagínese lo bonito que sería si en lugar de beber cerveza de una multinacional, se bebiera vino con sifón...
X.B.- Pues sí.
J.M.- A mí me gusta la estética del sifón. El sifón va de casa en casa, la gente lo toca. ¡Se imagina la cantidad de historias que podría contar un sifón si hablara! (Risas) Es sexi, mire, mire cómo sale... además, antes de usarlo por primera vez, se debe probar antes...
X.B.- (Risas)
J.M.- Al final si te gusta el sifón lo que puedes hacer es una sifonería. Ser sifonero. Y lo mejor es hacerlo en el casco antiguo porque es una pena tener un barrio tan hermoso, con tanta historia y sin una sifonería, así vuelvo a dar vida a los sifones.
X.B.- ¿Y el vino?
J.M.- Soy amigo de Ca'n Novell y tengo sus vinos. Son para la gente del barrio porque el envase de vidrio pesa mucho, por esto, antes, cada barrio tenía su tienda. Para mí, la compra del vino no debe hacerse en un supermercado, hay que separarlo del papel higiénico o la pasta de dientes y comprarlo como antes, sin escuchar música rápida que te hace comprar más y más cosas.
X.B.- ¿Aquí se puede probar el vino?
J.M.- Por supuesto. Los extranjeros los prueban todos, pero no compran porque en el aeropuerto no les dejan embarcarlo. No compran pero se van muy felices, ¡y usted sabe lo que supone para mí poder dar una alegría a alguien...!
X.B.- Le entiendo, pero el banco quiere cobrar la hipoteca...
J.M.- Claro, claro... Mi idea es continuar con la tienda porque me gusta mucho, y si he de trabajar en otro sitio y abrir menos horas aquí, lo haré, ¡pero es que esto es tan gratificante...!
X.B.- ¿Le gusta?

Lo que más disfruto es dar a catar el vino la primera vez que vienen. Los clientes habituales ya saben qué vino quieren”

J.M.- Mucho. La tienda es muy guapa. Y la gente sale tan contenta. ¡Ríen porque vuelven a beber piña...! Lo que más disfruto es dar a catar el vino la primera vez que vienen. Los clientes habituales ya saben qué vino quieren, te traen la botella, la limpio un poco con agua y la relleno con su vino, porque lo del vino de mesa es como un matrimonio.
X.B.- ¿A ver...?
J.M.- (Risas) Vas probando (vinos) hasta que encuentras uno que te gusta, que no te hace daño, que te sienta bien y que tiene un precio asequible para beberlo a diario en las comidas. Hay dos tipos de vino, el que se compra para ocasiones especiales y el de cada día, éste es el que yo vendo.
X.B.- ¿Y no resulta 'cabezón'?
J.M.- ¡Nooooo! ¡Beber vino de la tierra, bueno, comprado a granel, en el casco antiguo... nunca puede resultar cabezón! Aquí en el casco antiguo se ha vendido vino a granel desde los romanos. Y en Mallorca tenemos vino desde el siglo VI antes de Cristo. Vi una inscripción del siglo I antes de Cristo que decía: "La verdad es que los caldos de la Isla no tienen nada que envidiar a los italianos".
X.B.- Los árabes no beben...
J.M.- Cayó el consumo pero no se dejó de vender vino. Luego, cuando llegaron los catalanes, aumentó la venta. Y después, con la filoxera en Francia, hubo un boom de venta en Mallorca hasta que la plaga llegó aquí y se cambiaron las viñas por almendros.
X.B.- En Banyalbufar sembraron tomates de ramillete...
J.M.- Después, cuando pasó la plaga, en el resto de la Isla se hubieran podido volver a sembrar viñedos, pero prefirieron hacer hoteles. Luego, en los años 90, empezaron a proliferar las bodegas como hobbie y a presentar sus caldos a concursos internacionales...
X.B.- ¿Puede vivir de esto?
J.M.- Aun no he superado los primeros 100 días. Llevo 7 semanas y todavía no he hecho las cuentas. Es algo idealista y más en este barrio, pero me gusta estar aquí, jamás me iría a una calle comercial como el Carrer Sindicat, por ejemplo. Aquí hablo con la gente, les doy a probar... Tengo la conciencia tranquila de no tirar tantos envases a la basura. Mi lema es: Bebidas en el casco antiguo, porque es así: el casco (envase) es antiguo.
X.B.- ¿Hay fábricas de botellas de vidrio en Mallorca?
J.M.- No, se han de comprar en la Península, con más motivo se debería emplear el mismo envase.