Guillem Fullana | Xisco Busquets

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A los 20 años,Guillem Fullana, circulaba en una moto por la carretera entre Algaida, Pina y Montuïri y a la altura del torrente de Pina la moto que conducía le patinó y se quedó parapléjico. Después de dos años de rehabilitación en Barcelona volvió a Algaida.
Cuando tenía 20 años tuvo un accidente de moto que le dejó parapléjico. Después de rehabilitarse empezó a trabajar con perseverancia e ilusión, a favor de la accesibilidad y la eliminación de las barreras arquitectónicas. Por eso el Consell de Mallorca le acaba de otorgar el premio a la Solidaridad por su trayectoria personal. Guillem Fullana Vanrell nació en Algaida el 13 de setiembre de 1948. Está casado. Le gusta la lectura y el tenis de mesa.
Xisco Busquets.- ¿Qué supone para un joven de 20 años aceptar que pasará el resto de su vida en una silla de ruedas?
Guillem Fullana.- Después de cuarenta años, el accidente es un pequeño recuerdo en la memoria. En su momento fue una situación difícil, traumática y muy dura, pero al cabo de unos meses asumí rápidamente que necesitaba una silla de ruedas para moverme en las distancias cortas y un coche adaptado para las largas. Aprendí que la vida continúa e intenté vivir, disfrutar y saborear el día a día.
X.B.- ¿Sería el mismo, si no hubiera tenido el accidente?
G.F.- Posiblemente no. Una mayor madurez a tus 21 años te hace ver las cosas de otra manera y das más importancia a otros valores cotidianos y de convivencia.
X.B.- ¿Vale la pena vivir en una silla de ruedas?
G.F.- Si, mucho. Cuando miro atrás y veo todas las pequeñas cosas que he sido capaz de hacer desde una silla de ruedas... Las pequeñas y grandes metas que he logrado sin tener en cuenta mi situación de discapacidad sino por mis capacidades y mis ansias de conseguir estos logros.
X.B.- Entonces tiene sentido la vida.
G.F.- Para mí mucho porque he sido capaz de disfrutar y gozar al máximo, siempre dentro de mis posibilidades. He tenido ocasión de viajar por media Europa, Marruecos y Miami. De salir a pescar calamares y raors con mis amigos. De acompañar a familiares y amigos en los momentos de alegría y tristeza. Y siempre que he podido, ser solidario con ellos y con otras personas de nuestra sociedad.
X.B.- ¿Qué valor destaca?
G.F.- La honestidad, la constancia y la perseverancia en intentar hacer las cosas bien. Si la sociedad, en general, fuese más honesta seríamos todos mejores personas.
X.B.- ¿Tiene algo de positivo ser discapacitado?
G.F.- Yo creo que de cada acto de nuestra vida se puede aprender alguna lección. El tener un accidente grave te ayuda, sobretodo, a madurar y a valorar de otro modo los retos de tu vida.
X.B.- ¿Cómo consiguió recuperar la esperanza y la ilusión?
G.F.- Tener otros hermanos de mi edad en la familia, somos trillizos, fue una gran ayuda. También la gran generosidad de mis hermanos mayores y de mis padres. Y el afecto, la compañía y apoyo que me dieron mis amigos de Algaida en aquellos momentos tan difíciles.
X.B.- Un día conoce a María Francisca, que posteriormente sería su esposa...

Yo colaboraba en una asociación de personas con discapacidad y ella era nuestra trabajadora social. Actualmente es mi esposa. Llevamos 27 años casados”

G.F.- Yo colaboraba en una asociación de personas con discapacidad y ella era nuestra trabajadora social. Actualmente es mi esposa. Llevamos 27 años casados y con muchas ganas de vivir juntos otros 27 años más. Lo mejor que me ha pasado en la vida ha sido conocer a María Francisca.
X.B.- ¿Cómo es un matrimonio entre una persona discapacitada y otra que no lo es?
G.F.- Si hay amor y comprensión todos los matrimonios son felices. Nosotros hemos sabido adaptarnos el uno al otro y muchas veces yo he necesitado un poco de ayuda física y siempre he tenido el apoyo y la comprensión de María Francisca.
X.B.- ¿Cómo superan los momentos difíciles?
G.F.- Aprendiendo a ponerte en el lugar de la otra persona y aprender a escuchar, a perdonar y a dialogar con el otro.
X.B.- ¿Cómo era antes del accidente?
G.F.- Supongo que el accidente me hizo perder un poco de mi alegría anterior. Es un proceso de maduración personal muy rápido. Hay que replantearte la vida desde otra óptica ya que no puedes caminar y te encuentras en un pueblo lleno de edificios con escalones por todos lados.
X.B.- ¿No podía hacer todo lo que quería?
G.F.- La única casa a la que podía entrar era la nuestra porque mis padres la habían adaptado previamente durante mi estancia en Barcelona. Para realizar cualquier gestión al Ayuntamiento o para entrar en los bares, ir a la visita del médico, asistir a los actos religiosos o sociales... te encontrabas el clásico escalón, lo cual te obligaba a ir acompañado. Incluso para subir a las aceras tenías que ayudarte de las señales de tránsito instaladas en las mismas.
X.B.- ¿Y actualmente?
G.F.- Que en el año 2010 aún existan edificios con barreras arquitectónicas es síntoma de que vivimos en una sociedad poco madura. ¡De que nos sirven las leyes de accesibilidad si no se cumplen! ¡Incluso los edificios de la Conselleria d'Educació o de la Direcció General d'Arquitectura tienen barreras!.
X.B.- Los autobuses de la EMT son accesibles...
G.F.- Sí, pero no lo son muchas de sus paradas y la gran mayoría de la flota de autobuses del transporte interurbano no es accesible y tampoco lo son las paradas de los pueblos. Los vagones del tren de Palma a Manacor y el tren de Sóller son completamente inaccesibles. En muchos hoteles de Mallorca hay deficiencias (faltan barras de ayuda en los baños, pasamanos...), lo mismo ocurre en discotecas y restaurantes. Y en los comercios, igual.
X.B.- ¡Vaya...!
G.F.- Las personas con discapacidad tenemos muy claro que la única ley que se cumple y que nosotros también cumplimos es la declaración de la renta a finales de junio, sin hacernos ninguna rebaja por no poder disfrutar de nuestras ciudades y pueblos como los demás ciudadanos, por esa presencia efectiva de barreras arquitectónicas.
X.B.- Si volviera a nacer, ¿dedicaría tanto tiempo a hacer más fácil la vida de la gente con discapacidad?
G.F.- Es una pregunta difícil de contestar, pero recuerdo que siendo joven en muchas ocasiones ayudé a cruzar la calle a muchas personas con visibilidad reducida, ceder el asiento del autobús a personas mayores, etc. Si naces con esta predisposición a ayudar a los demás lo sigues haciendo toda tu vida sin tener en cuenta si eres una persona con discapacidad o no.
X.B.- ¿Algo más?
G.F.- Sí. Desde aquí quiero agradecer a la Sra. Nuria Estarás, coordinadora de l'IMAS del Consell, su sensibilidad y apoyo a todas las acciones realizadas desde la «Taula per a l'Accessibilitat».