Tomeu Arbona | M. À. Cañellas

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Es un luchador nato. Coraje. Alegría. Ilusión. Amor. Ha inaugurado Camialcor, un espacio para el encuentro con uno mismo a través del trabajo personal y grupal donde se complementan las técnicas psicodramáticas, la psicoterapia psicoanalítica y el trabajo social clínico. Tomeu Arbona Figuerola nació en Palma el 8 de diciembre de 1962. Es psicoterapeuta. Casado con María José Orero, maestra de la Escola Sa Llavor de Mancor de La Vall. Tienen tres hijos. Le gusta el atletismo, viajar, el senderismo, la lectura, la música... Ha sido educador de calle en el poblado gitano de Son Banya. Montó el Hotel Rural Ca'n Reus de Fornalutx. Actualmente trabaja como psicoterapeuta, y acaba de inaugurar un espacio para el conocimiento personal, denominado Camialcor.
Xisco Busquets.- Usted, ¿cómo ha conseguido conocerse a sí mismo?
Tomeu Arbona.- La vida me ha dado muchas oportunidades, sobre todo las duras experiencias de la muerte de mi hermano, cuando era muy joven, y la de mi padre, en el mismo año, por la tristeza que le ocasionó. Esto hizo que cambiara muchas cosas de mi vida, por lo que inicié un tratamiento psicológico.
X.B.- También trabajó en Son Banya...
T.A.- Tener que ayudar a otras personas te sitúa, con humildad, frente a tus propias limitaciones y dificultades. La humildad y la paciencia con uno mismo son un gran valor.
X.B.- ¿Por qué dice: "El mejor encuentro es el encuentro con uno mismo"?
T.A.- Porque es algo que anhelamos desde nuestro nacimiento. Es la vuelta a lo fundamental de nosotros mismos. Significa la posibilidad de ser... no la escultura que moldearon con nosotros las personas que nos rodearon, sino aquello propio en lo que nos podemos sostener después de hacer la criba de lo que no nos pertenece, porque no es nuestro, si no de otros.
X.B.- Sin embargo, en muchas ocasiones, huimos de nosotros mismos...
T.A.- Aprendemos a huir desde muy pequeños y es absolutamente comprensible, es una cuestión de supervivencia ante dificultades que plantea la vida. El niño que fuimos y que fue creciendo lo hizo como pudo, buscando sobrevivir y adaptándose a las circunstancias, fundamentalmente para conseguir amor y ternura, para agradar, para ser protegido, mirado... para no ser agredido o no sentirse abandonado.
X.B.- Y para cubrir las necesidades emocionales básicas que los adultos, en su momento, no supieron darnos...
T.A.- Exacto. Por eso, solamente para protegernos, nos convertimos en alguien que no deseábamos ser. La gran dificultad se presenta cuando, como adultos, seguimos funcionando con los mismos esquemas.
X.B.- Ayudados por el exceso de trabajo, alcohol, tabaco, 'ibuprofenos y gelocatiles', televisión y lecturas basura, fútbol, drogas...
T.A.- Estos son los grandes aliados de nuestro propio enemigo interno y sirven para mantenernos anestesiados ante tanto dolor acumulado o ante tanto miedo que no queremos atravesar. Es muy común entre los pacientes, una vez que han empezado a trabajar en psicoterapia, manifestar lo mal que se sienten, creen que se ponen peor, cuando en verdad lo que les pasa es que se dan cuenta de lo mal que estaban, y antes ni se enteraban.
X.B.- ¿Cómo se libera el potencial que todos llevamos dentro?
T.A.- A partir del autoconocimiento, de la valentía y de una gran dosis de amor hacia sí mismo. Autoestima, esta palabra banalmente utilizada hoy en día, esconde un trabajo que en muchas ocasiones es duro, constante y no exento de peligros.
X.B.- ¿Por qué?
T.A.- Lo mas difícil es enfrentarnos con los grandes monstruos internos y externos que nos producen miedo y esto por sí mismo genera la apertura de la puerta de la creatividad y del crecimiento y como consecuencia se obtiene un estado de mayor felicidad.
X.B.- Si uno llega a conocerse, ¿puede comprender lo que le pasa y por qué actúa de una u otra manera?
T.A.- El autoconocimiento nos planta frente a nuestra verdad y nos da la oportunidad de substituir el "¿Por qué me pasa lo que me pasa?", culpabilizando a los demás, por el "¿Para qué estoy haciendo lo que hago?" Lo que me hace responsable de mi propia vida.
X.B.- Y ¿qué cambia?
T.A.- La felicidad que aporta el vivir con autorresponsabilidad y no sentir que estamos a merced del viento y de las inclemencias de la vida. Gracias a esto podemos rentabilizar el potencial que tenemos todos, absolutamente todos, y hacer con ello una gestión adecuada.
X.B.- ¿Qué diferencia hay entre una persona que se 'trabaja interiormente' y otra que no lo hace?
T.A.- La diferencia está en la intención, en la forma de vivir la vida. En el hecho de trabajarse se esconde el deseo de vivir con más plenitud y seguridad, y de aprovechar los recursos haciendo una buena gestión de sus posibilidades que llevará como consecuencia una vida más rica, plena y con sentido.
X.B.- Lo que parece buena vida: salir de marcha los viernes y sábados; los domingos una paella con la familia y por la tarde fútbol, todo ello regado con las correspondientes dosis de alcohol, ¿es realmente una buena vida?
T.A.- La buena vida es la que nos aporta equilibrio y tranquilidad. Necesitamos de la diversión y los placeres como quien se sienta a la sombra de un árbol a descansar después de un duro trabajo.
X.B.- Y la paella con sangría, ¿qué?
T.A.- (Risas) Puede ser una cerdada mecánica y alienante, pero también puede ser una gran posibilidad de que sirva como argumento para comunicarnos ricamente, para estrechar nuestros lazos, para querernos, para reírnos. En verdad depende todo de una actitud de respeto y cuidado por nosotros y los demás...
X.B.- Las estadísticas dicen que miramos cinco horas diarias de televisión, ¿aportan algo?
T.A.- Sacaríamos más rendimiento si invirtiéramos en hacer deporte, pensar, leer, escuchar música, comunicarnos, estudiar, estar más en contacto con la naturaleza, la espiritualidad y, sobre todo y lo más básico, trabajar en el arte de amarnos en todas sus formas. Todas estas cosas aportan felicidad.
X.B.- Entonces, la tele perjudica...
T.A.- El 95% de la programación televisiva es inmunda y patética, por lo que creo que es altamente nociva y alienante. Cuando nacieron mis hijos lo primero que hice fue tirar la televisión, y ahora que ya son mayores me doy cuenta de que no me equivoqué, han desarrollado cualidades y aspectos que no hubieran desarrollado pasándose horas muertas delante de tanta perversidad y basura.
X.B.- ¿Cómo le han ayudado sus hijos a encontrarse a sí mismo?
T.A.- Les debo sobre todo la ternura en su infancia, su confrontación en la adolescencia y su valentía en el camino de convertirse en adultos. Todo ello me ha dado una gran oportunidad de cambio.