Catalina Llabrés. | Pere Bota

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Se ha especializado en la elaboración de bocadillos. Los que más le solicitan son con panecillos tipo "Viena" aunque también los hace con barra de pan. Tomate restregado o cortado y luego un embutido al gusto: jamón de york, serrano, queso, pechuga de pavo... Catalina Llabrés nació en Sencelles (Mallorca) el 2 de setiembre de 1944. Casada, tiene 5 hijos. Regenta una tienda de ultramarinos muy cerca del Passeig Mallorca donde el 95% de sus clientes la saludan por su nombre: "Bon dia Catalina, com estàs?" Me senté en un taburete a su lado y más que hacerle preguntas, que se las hice, me dediqué, durante las dos horas que estuve allí, a anotar las conversaciones espontáneas que se producían entre ella y sus clientes.
Xisco Busquets.- Bon dia Catalina, com estàs?
Catalina Llabrés.- Hace 26 años que estoy aquí y no he dejado de venir ni un día, sólo cuando nacieron los gemelos, que no podía caminar, estuve 15 días sin venir. (Entra una cliente y le pregunta: "¿Puedo poner un letrero, Catalina?")
C.Ll.- ¿Alquilas el piso?
-No, lo vendo.
C.Ll.- ¡Todo está en venta y nadie compra! Los bancos no dejan dinero...
-Bueno, pues si se vende bien y si no también. Me voy a planchar.
C.Ll.- ¡Qué te vaya bien!
-¿Qué me vaya bien el planchado con esta calor?
C.Ll.- Yo no plancho. Ni las camisas hacen falta planchar.
X.B.- ¿Cómo le va el negocio?
C.Ll.- Me va bien porque los números me gustan mucho, si fuera de letras sería diferente. Tengo buena cabeza pero no pude estudiar.
X.B.- ¿Tiene muchos clientes?
C.Ll.- Al principio, cuando abrí, venía todo el mundo. Ahora la mayoría de las ventas son bocadillos, refrescos, piezas de fruta, sobrasadas...
X.B.- ¿Cuándo se jubila?
C.Ll.- En setiembre cumplo 66 años y, si tengo salud, estaré hasta que pueda, pero más de 70 años no porque fa riure, cada cosa a sa seva cosa. A mis hijos les digo que si me retirara me enterrarían porque me encerraría en casa y ¡ya me dirá usted...!
X.B.-¡Tiene razón!
C.Ll.- Vivíamos en Llorito, asábamos almendras y avellanas. Un día le dije a mi marido: "Vamos a Palma y allí nadie nos conocerá". Él se quedó en Llorito con su madre y yo me vine. Cuando entró el euro mi marido estuvo muy mal de salud y ahora va mes bo que una carabassera.
X.B.- Debe de haber trabajado mucho usted...

He tenido una vida de peregrina. Los hay que dicen que las ecuatorianas son muy trabajadoras, yo he faenado mucho más que ellas”

C.Ll.- He tenido una vida de peregrina. Los hay que dicen que las ecuatorianas son muy trabajadoras, yo he faenado mucho más que ellas. Teníamos una charcutería en el Mercat de Pere Garau y vendíamos una exquisita sobrasada hecha por nosotros; un día vino el veterinario y nos dijo que no la podíamos vender.
X.B.- ¿No le gustaría que algún hijo/a continuara el negocio?
C.Ll.- No. Cuando mi hijo Toni era pequeño, ahora tiene 41 años, le hacía ir a la Plaça Pere Garau y no quería venir. No les gustaba. A los pequeños le decía queréis venir a la tienda para estar conmigo y me decían que querían estar conmigo pero no en la tienda. Otro hijo me dijo que no sabía qué estudiar y yo le propuse que hiciera farmacia y me contestó: " ¡Nooo que esto es como una tienda!".
Llega un hombre coge un refresco y de pronto sale corriendo. Catalina me pregunta "¿Aquí no había un joven?", "Sí pero se ha ido", le contesto. Al cabo de 15 minutos vuelve y comenta: "Es que estaba el guardia de la ORA y estos no van de bromas..."
Entra un policía nacional joven, con barba y dice: Bon dia Catalina! Com anam? Vull dues 'vienes' de pechuga amb tomatiga fregada.
X.B.- ¿Abre los domingos?
C.Ll.- Antes abría hasta las tres de la tarde. Desde setiembre del año pasado tengo cerrado, mis hijos me hicieron cerrar. Y cerré. Yo aun vendría porque tanmateix estic be aquí.
X.B.- ¿Qué hace los domingos?
C.Ll.- La comida. A las 10 ya tengo la cocina limpia y luego descanso un poco. Después limpio los cristales, y por la tarde voy a misa. Mi hijo Llorenç me dijo: "Mamá hemos de ir a la playa" y le contesté que no porque tenc moltes feines. También le prometí a mi hermana que iría a Sencelles para pasear con los de la Tercera Edad pero todavía no he ido.
X.B.- ¡Anímese y vaya a bailar después de misa!
C.Ll.- Voy a misa a las 18'30 a La Sang y cuando acaba rezan el rosario, luego sale otra misa y me quedo, y después voy a la iglesia de Sant Jaume, casi todo el invierno he echo esto, ahora en verano no tanto.
X.B.- ¿Y por qué va tanto a misa?
C.Ll.- Tanmateix...! porque allí estoy sentada. A veces mi marido viene a misa conmigo a Sant Jaume y luego nos vamos a casa a cenar. He vivido la vida sola. En Llorito ya estaba sola y aquí igual. Voy porque Dios me ayude un poco.
X.B.- ¿Cree que Dios le ayuda?
C.Ll.- Quizás sí. El otro día decía nadie me ayuda y mi hijo Llorenç me contestaba: "Mamá aquí hay un angelito que te ayuda". Y es verdad. ¡Yo nunca me he rendido! ¡Y las he pasado canutas con el dinero: deudas y mas deudas...! Es difícil de aguantar lo que he aguantado. ¡Y encima mi marido me dice que no he trabajado!
X.B.- Y sus hijos ¿qué dicen?
C.Ll.- Piensan que debiera de haber dejado la tienda pero yo les digo que si no hubiera sido así, ellos no hubieran podido ir al colegio. Compraba género en Ca'n Alzamora. Quedé a deber 500.000 pesetas a la Seguridad Social y luego me cobraron 200.000 pesetas de intereses.
Entra una señora mayor: ¡Buenos días Catalina! Aquí le espero sentada. Tengo mucha calor.
C.Ll.- ¡Pues aun le quedan 50 días de verano...!
-¡No me lo recuerdes!. Quiero una sobrasada que no sea muy grande porque no llevo mucho dinero. He gastado 30 euros en fruta en el súper y no tengo nada.
C.Ll.- ¿La quiere picante?
-Noooo! picante no. Me voy a llevar también un refresco. Necesito huevos aunque sea media docena. Ahora, cuando suba a casa, en lugar de ponerme a hacer la comida, me voy a tirar en la cama, no puedo más de calor.
C.Ll.- (Risas) ¿Usted qué quiere?
-Estos dos melocotones y un bocadillo de pan con fiambre encima.
Catalina hace el mismo ritual: Corta el pan, pide si quiere el tomate restregado o cortado. Lo unta con aceite y sal. Corta el fiambre, lo coloca en la balanza en papel de aluminio, lo envuelve con el mismo aluminio y lo entrega al cliente. Se desplaza hasta la salida, donde está la caja, para cobrar.