Luis Rojas Marcos | L. R.

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Lleva 17 años consecutivos participando en el maratón de Nueva York. Cada fin de semana acude al Central Park con su perro 'Charlie' para seguir en forma. Luis Rojas Marcos nació en Sevilla el año 1943. Es psiquiatra. Actualmente es director médico de tres hospitales de Nueva York. Está casado, tiene 4 hijos. Le gusta la música, escribir ensayos: lleva publicados casi una docena ('La autoestima' 'La fuerza del optimismo'...), el último título, recién salido, es: "Superar la adversidad. El poder de la resiliencia".
Apesar de sus múltiples ocupaciones (ha llegado a gestionar toda la red de hospitales públicos de Nueva York), este psiquiatra andaluz, afincado en EE.UU desde hace más de 42 años, no deja de escribir ensayos y cultivar sus aficiones...
Xisco Busquets.- ¿Tiene tiempo para ir a correr?
Luis Rojas Marcos.- Casi todos los fines de semana, y al menos una o dos veces por semana, voy a correr al Central Park con mi perro Charlie que es un pastor alemán, disfruto mucho. Además soy de los que va escuchando música...
X.B.- ¿Se prepara para participar en el maratón de Nueva York?
L.R.- Sí. Llevo 17 años seguidos y mientras pueda seguiré participando porque aquí son muy tolerantes, en Catalunya, por ejemplo, te dan 6 horas para que llegues a la meta, en Nueva York puedes tardar hasta 12 horas, o sea que incluso te puedes parar, tomarte un café y después continuar (Risas).
X.B.- ¿Es usted feliz?
L.R.- Soy razonablemente feliz, mi nivel de satisfacción con la vida en general, es de un 8 sobre 10.
X.B.- ¿Y no teme a la vejez?
L.R.- Sí, sí claro, el ir perdiendo capacidades es algo preocupante porque la caducidad del ser humano es algo real, pero también creo que uno se puede adaptar. Ahora me gusta correr, aunque lo mío no es la velocidad, sino el fondo. Pero bueno, el día que no pueda correr, entonces iré en bici, y el último deportees nadar, ¿no?. Trataré de adaptarme a mis posibilidades.
X.B.- Y a la muerte, ¿le teme?
L.R.-Yo no me quiero morir pero la salida de este mundo es inevitable, claro. Acepto la muerte pero no me quiero morir, de momento; claro, me llegará algún día, porque es algo que nos llega a todos.
X.B.- ¿Qué le pide a Dios?
L.R.- (Pausa) No creo en poderes divinos, yo creo en las personas que me rodean y también en el azar. Entonces, lo que yo le pido a Dios, o a quien me escuche, es poder rodearme de personas a quienes yo pueda dar afecto y recibirlo de ellas y luego poder disfrutar razonablemente del trabajo y de los placeres cotidianos.
X.B.- ¿Qué hace actualmente?
L.R.- Soy director médico de los hospitales afiliados con la Universidad de Nueva York, y mi labor consiste, básicamente, en que funcionen bien. Y que los médicos se lleven bien entre ellos: los cirujanos con los anestesistas... Es un trabajo que me da bastante satisfacción porque en el fondo he de relacionarme con los compañeros y sobre todo con enfermos.
X.B.- Usted de pequeño no era, digamos, muy buen estudiante, ¿verdad?

A los 14 años, de 8 asignaturas me suspendieron 5 y tuve que cambiar de colegio ”

L.R.- ¿Cómo lo sabe? Era travieso, nervioso, hoy en día me hubieran llamado un niño hiperactivo. A los 14 años, de 8 asignaturas me suspendieron 5 y tuve que cambiar de colegio, repetir curso, y mis padres pensaron que debía de aprender inglés o un oficio porque creían que lo de estudiar no era lo mío.
X.B.- ¡Mire que si le ponen a trabajar de camarero...!
L.R.- (Risas) Como me distraía, siempre he tardado más que otros en aprender. Pero tuve la suerte de que a los 15 años cambié de colegio y se me debió de encender una luz en el cerebro y aprendí a estudiar.
X.B.- Sus padres se debieron alegrar...
L.R.- No se lo creían, decían: "¿Pero qué le pasa a Luis?" Se dieron una serie de circunstancias, y claro, al tener este ambiente positivo, me subió la autoestima y me pude rehabilitar.
X.B.- ¿Por qué se va de España a los 24 años?
L.R.- Por varias razones. Quería estudiar psiquiatría. Pero también en mi casa había cierta tensión. Mi padre era de derechas, mi hermano Alejandro, de izquierdas, estuvo en la cárcel por nada, por decir cuatro cosas normales... Esta tensión no la llevaba bien, yo me muevo muy bien en el gris; en el blanco y el negro no tan bien.
X.B.- ¡Y se va a Nueva York...!
L.R.- ¡Sin saber inglés! Pero a pesar de esta barrera, desde el primer día me sentí muy bien. Aunque no dicen bien mi apellido, pues no saben pronunciar ni la erre ni la jota.
X.B.- (Risas)
L.R.- ¡Aquí puedo ser yo mismo! Y en esta ciudad, si trabajas, hay muchas oportunidades.
X.B.- Dijo usted que para llegar a gestionar toda la red de hospitales públicos de Nueva York hay que "trabajar mucho, aprender, adaptarse, llevarse bien con la gente y hacer que confíen en uno..." Y además de todo esto, ¿no será que usted es un poco "trepa" doctor?
L.R.- (Risas). Bueno, en mi caso se dieron unas cuantas coincidencias: llevarme bien con los demás me ayudó, pero luego está el trabajo, siempre he trabajado mucho porque no me siento cómodo sin hacer nada. Mi mujer me lo dice: "¡Es que tú siempre tienes que estar haciendo algo!"
X.B.- Y tiene razón porque después de 12 obras, ahora acaba de publicar "Superar la adversidad". Por cierto, un padre que perdió a su hijo me dijo que esto no se supera nunca ¿Qué le puede decir?
L.R.- Es muy difícil de superar porque va contra natura, pero la capacidad del ser humano de superar todo tipo de adversidades es tan enorme que con el tiempo este padre podrá disfrutar de su vida, de sus relaciones, de su trabajo, va a poder dormir bien o sea que la pérdida de su hijo no va a interferir con su día a día ni con su capacidad para disfrutar de la vida, pero claro, tampoco se le va a olvidar.
X.B.- Usted dice que las adversidades nos debilitan, yo tenía entendido que las crisis nos ayudan, nos fortalecen ¿Me puede explicar su punto de vista?
L.R.- Sí claro. Se ha demostrado en estudios comparativos de personas que han sufrido los mismos desastres (terremotos, 11-S, muerte de seres queridos..) que las hay que lo superan antes que otras. Cuando se estudian a las que tardan más, suelen ser personas que ya han sufrido otras adversidades.
X.B.- ¿Qué me dice de aquellos que superan una enfermedad?
L.R.- Bueno, hay personas que después de una adversidad descubren su capacidad y su resistencia para superar golpes. Sorprende positivamente uno que ha superado un cáncer que te dice: "Fue un golpe tremendo pero descubrí que yo era más fuerte de lo que pensaba".