Toni Albà. | Pere Bota

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Toni Albà se ha hecho famoso por sus imitaciones en TV3 (Juan Carlos de Borbón, Jordi Pujol, Carod Rovira, Artur Mas, Aznar, etcétera). Sin embargo, su biografía teatral da para mucho más. Formado en la escuela de Jacques Lecoq, permaneció diez años en Francia trabajando en la compañía Dram.Bakus. Su primer montaje en Catalunya fue 'L'Ombra' (1994) y uno de sus más celebrados 'Brams o la Kumèdia dels Herrors', en el que comparte cartel con su paisano Sergi López. Fermí Fernández (Londres, 1963) también es uno de los cómicos más populares de la escena catalana. Cofundador de la productora El Terrat, actualmente comparte programa en La Sexta junto a Andreu Buenafuente, su socio.
Toni Albà y Fermí Fernández interpretan la multitud de personajes que aparecen en 'El Messies' (María y José, el Arcángel San Gabriel, los Reyes Magos, los mercaderes, los pastores, el buey y la mula, etcétera) con la colaboración de la soprano Elena Roche y bajo la dirección de Roger Peña Carulla. 'El Messies' es una obra de Patrick Barlow que roza el absurdo, muy en la línea de los montajes de Monty Python, uno de los grupos británicos más cotizados de las últimas décadas. La historia hilarante de 'El Messies' parte de un equívoco: los Reyes Magos se equivocan de cueva y ofrecen sus obsequios de oro, incienso y mirra al niño de la vecina de María y José. O sea, a un tal Brian Cohen. A partir de ahí se suceden las situaciones hilarantes en una disparatada versión de la vida de Jesús de Nazaret.
'El Messies', que se estrenó en el Teatre del Mar el pasado 5 de noviembre, estará en cartel hasta el próximo día 22.

Es de una simpatía desbordante que concuerda con su calidad humana. Pere Bota le dice que lo admira y él lo celebra como si no supiera que sus admiradores se cuentan a miles. Toni Albà (Vilanova i la Geltrú, 1961) es un todoterreno de la escena: actor, autor, director y productor. Sus apariciones en TV3 le han dado popularidad. La categoría artística se la ha ganado a pulso.
Le pregunto en qué rasgos suyos me he de fijar si pretendo caricaturizarle. Me responde:
Toni Albà.- Míreme de perfil. Verá que el culo me sobresale ligeramente como a los actores de la Comedia del Arte. También lo es, típico de la Comedia, mi nariz enorme y una ligera tendencia a echar la cabeza hacia delante, tal vez por el peso de la nariz
Llorenç Capellà.- Tomo nota.
T.A.- Aún hay más. No deje de fijarse en mi cabeza. La muevo constantemente, como los pollos. Y fíjese en mis ojos ¡son de pollo !
L.C.- Puede que sí
T.A.- ¿Lo ve ? De pollo ¡claro ! Pero usted quiere imitarme
L.C.- Sí.
T.A.- Preste atención a mi voz. Hablo rápido, como si estuviera ligeramente bebido. Y el tono tiende hacia los agudos con un acento inconfundible de Vilanova i la Geltrú por nuestra tendencia a cerrar las vocales. Pero recapitulemos. ¿Cuánto le he dicho le sirve ?
L.C.- ¿Para qué ?
T.A.- Para imitarme.
L.C.- Le confieso mis limitaciones. Sería incapaz.
T.A.- No sea tímido ¡pruébelo!
L.C.- Prefiero preguntarle.
T.A.- Le escucho.
L.C.- ¿El actor nace?
T.A.- Nace y se hace, se dan los dos casos. A veces descubro algún actorazo en cualquier escenario de pueblo. Y me pregunto: ¿dónde habrá aprendido si interpreta por hobby ? Luego hay otros que se hacen en las escuelas.
L.C.- ¿Usted ?
T.A.- Soy de escuela. Aunque nací actor, tal vez por el ambiente que me rodeaba. En Vilanova somos de la bulla. En el siglo XIX ya celebrábamos los carnavales y ni Franco consiguió suspenderlos.
Bueno, sí, unos pocos años. Pero en los cincuenta ya estábamos otra vez en la calle, disfrazados.
L.C.- ¿Y el carnaval le hizo actor ?
T.A.- Claro que sí. Yo me disfrazaba cada domingo. Íbamos a comer a casa de los abuelos y, en la sobremesa, me escabullía del comedor y me iba a hurgar entre los disfraces familiares. ¿Que para los niños las tardes de los domingos son tediosas ? Para mí, no. O me disfrazaba o me asomaba a la Rambla, porque los abuelos habitaban en la Rambla, y me fijaba en los gestos de la gente que paseaba. De todas formas, no iba para actor
L.C.- ¿Entonces ?
T.A.- Aspiraba a ser veterinario, pero en segundo de BUP las matemáticas me hicieron perder las ganas de serlo. Más concretamente, quería ser etólogo para estudiar el comportamiento de los animales con el medio, tal vez maravillado por la figura de Jaume Sabaté i Pi, el etólogo que descubrió a Copito de Nieve. Y ya ve: ¡nada ! Aunque, sin pretenderlo, no me he desviado demasiado de mi objetivo.
Si no de los animales, sí lo sé casi todo sobre la evolución humana.
L.C.- ¿Y sobre su involución?
T.A.- También. Aunque, seamos optimistas. El profesor Eudald Carbonell afirma que las personas aún podemos aspirar a ser humanas.
L.C.- Ahora está representando a Patrick Barlow, puro humor inglés.
T.A.- Pero al leer 'El Messias' tuve la impresión de que la había escrito para nosotros, los de mi compañía. Ello me lleva a admitir que los pueblos tienen más en común de lo que nos imaginamos.
'El Messies' nos remite a 'Els Pastorets'. ¡Es cómo si Barlow se hubiera impregnado de Folch i Torres !

¿Chaplin es humor blanco ? Dicen que sí. Sin embargo, ahí están sus feroces críticas a Hitler ”

L.C.- Y al hablar de 'El Messies' ¿hablamos de humor blanco?
T.A.- No sabría precisárselo. ¿Chaplin es humor blanco ? Dicen que sí. Sin embargo, ahí están sus feroces críticas a Hitler. No obstante, Chaplin impregna todo lo que hace de ternura Y, en este aspecto, procuro ser un modestísimo alumno suyo. Yo puedo hacer un Fraga ridículo. En cambio prefiero descubrir sus vergüenzas con una cierta elegancia, sin despellejarlo Pues bien, Barlow participa de esta forma de entender el humor.
L.C.- El humor español ¿es más grueso ?
T.A.- Si tomamos de referencia a Los Morancos, sí. Pero El Brujo es un humorista portentoso. Su hacer en 'El Lazarillo de Tormes' es una maravilla, un monumento a la sensibilidad. Luego hay gente muy buena. La de Cruz y Raya. O la de Martes y Trece, por ejemplo.
L.C.- ¿Qué pasará si Dios pasa por taquilla y ve 'El Messies'?
T.A.- Que se carcajeará con nosotros porque no le ofendemos. Fermí Fernández y yo intentamos explicar su venida al mundo.
Pero lo cierto es que nos hacemos un lío tremendo. La gracia del espectáculo reside en el equívoco.
L.C.- Dígame ¿hizo usted el servicio militar?
T.A.- Me libré alegando una psicosis de tipo andrógeno.
L.C.- ¿Qué es esto?
T.A.- Algo grave. Me habían destinado al campamento de Cáceres. Y estuve allí sólo unos días. Rápidamente me trasladaron al hospital Gómez Ulla, en Madrid. A las tres semanas me enviaron a casa. Estábamos a finales de primavera. Hice la temporada de verano con La Trinca y, luego, me fui a París.
L.C.- Volviendo a Dios. Me ha dicho que va a divertirse con 'El Messies'.
T.A.- Seguro.
L.C.- ¿Dios es de derechas?
T.A.- Hay dos. Uno, el judío, que es el Dios del miedo. Y otro, el del amor, que, curiosamente, es el que publicita Roma.
L.C.- En su libro, 'La fi del món?', se ríe de Aznar a mandíbula batiente.
T.A.- Lo escribí en 2004. El año anterior, Aznar, había anunciado que se retiraba de la política. Y no le creí.
L.C.- ¿No le creyó ?
T.A.- Y acerté. Ahí continúa, metiendo la nariz en todos los asuntos del Estado y de Rajoy. Aznar es el ejemplo más claro de la codicia que genera el poder. Y no sólo de la codicia, sino de los siete pecados capitales exceptuando el de gula, porque creo que en la mesa se conforma con cualquier cosa. L.C.- Su imitación de Juan Carlos de Borbón es perfecta.
T.A.- Pues la preparé de prisa y corriendo. Fue en 2001. A finales de diciembre, estando en Ciutadella, me encontré inesperadamente con Toni Soler, y cenando me propuso una imitación del Rey para su programa de TV3, 7 de Nit. Le urgía. Y ya salí en pantalla el 7 de enero.
L.C.- ¿Le fue difícil ponerse en trance?
T.A.- No, no Podría pasarme horas y horas haciendo este personaje.
L.C.- ¿Y disparando a osos borrachos?
T.A.- Erraría el tiro. En casa teníamos una pollería y me vi obligado a matar una codorniz. ¡Fue terrible ! Le remito a un dicho: "¿Sabes que con un simple movimiento del pie puedes aplastar una oruga ? Pues ten presente que ni en toda tu vida conseguirás componerla de nuevo". O sea, que amo y respeto a los animales. Ahora bien, me entusiasma un buen filete.
L.C.- Lo de la pollería
T.A.- Se lo cuento. La familia paterna tenía una granja de pollos y, la materna, un matadero. Huelga decirle que con estos antecedentes en Vilanova se me conoce como 'El Pollo'.
L.C.- De ahí sus facciones, claro.
T.A.- Son clavadas a las de un pollo. ¡Si nací en la granja ! De entonces acá Vilanova ha cambiado muchísimo. Aún así, es el mejor lugar del mundo.
L.C.- Seguro que sí.
T.A.- Estuve algo más de diez años en Francia, concretamente entre 1982 y 1993. Y si no hubiera regresado a Catalunya, Vilanova habría quedado como un paisaje anclado en el recuerdo. Pero me instalé en Barcelona. ¿Y usted sabe la fortuna que cobran por un mal piso en Barcelona ? Así que me volví para Vilanova. Y estoy en el Mas Tapet, una maravilla. Allí escribo.
L.C.- ¿Escribir, interpretar...?
T.A.- Lo uno y lo otro me fascina. La producción, en cambio, mucho menos. La gente de teatro no siempre nos enamoramos de los proyectos más lucrativos. Recuerdo que en 1986 me crucé con Sergi López, un vilanoví que me era desconocido. Había
trabajado en 'Els Pastorets' y venía de estudiar con Jacques Lecoq. Preparamos un número de payasos, y mientras ensayába-
mos yo me decía "pero si este tío tiene una intuición teatral increíble..." Fue una gozada. Y aquel número de payasos acabó con virtiéndose en 'Brams', un espectáculo de un éxito considerable.
L.C.- Supongo que no hay lugar a las comparaciones entre hacer teatro y televisión.
T.A.- No. El teatro lo es todo: la maravilla, el pálpito... La televisión, en cambio, te aleja del espectador. No obstante, el trabajo en televisión es muy exigente, porque si tienes un día malo lo notan miles de personas.
L.C.- ¿Cómo supo la Zarzuela que usted imitaba a Juan Carlos de Borbón?
T.A.- ¡Imagíneselo! A través de las protestas de un sector de telespectadores. Entonces entró en liza don Fernando de Almansa, conde de Almansa...
L.C.- Ya. Y jefe de la Casa Real.
T.A.- Eso es. E hizo llegar su protesta a TV3 a través de Xavier Trías, que presidía el Grupo Parlamentario Catalán en el Parlamento español.
L.C.- O sea, que le cazaron.
T.A.- Trías nos aconsejó que disminuyéramos la vis cómica del personaje. Pero ni él mismo sabía cómo decírnoslo...
L.C.- Me lo imagino.
T.A.- Así que decidimos que en vez de imitar al Rey en cada programa, sólo lo haríamos en programas alternos.
L.C.- No me joda.
T.A.- Esto mismo debió pensar el señor conde cuando Xavier Trías se lo comunicó. Rugió "¡Trías, no ha entendido nada!". Y le colgó el teléfono.
L.C.- ¿Se irritan, los políticos, ante la imitación?
T.A.- Exceptuando Artur Mas, sí. Claro que a Mas empecé a imitarle cuando era un desconocido y le serví de trampolín. Jordi Pujol, en cambio, me ha dicho abiertamente que no aprecia la comicidad...Y Carod considera que lo suyo vale, que lo hago muy bien. Pero yo sé que piensa todo lo contrario.
L.C.- ¿Es mal fajador?
T.A.- No es de los mejores. O está en la línea de su partido, porque en ERC no ha caído muy bien la imitación que hace Cesc Casanovas de Joan Puigcercós. Claro, lo comprendo, su apostura, la de Puigcercós, fíjese, es un tanto pretenciosa... El poder, a los políticos, les vuelve intolerantes.
L.C.- ¿Recuerda algún chiste de Franco?
T.A.- Algunos que se contaban en voz baja. Y son muy bestias. Aunque todos mis recuerdos de aquella época están un poco distorsionados. Retrataría las calles llenas de cables y de zanjas, como si fueran las de Bagdad. Y los veranos, deliciosos e inacabables. Los antropólogos afirman que en la infancia lo asimilamos todo. Por esto, siendo niños, el tiempo nos pasa tan lentamente.
L.C.
- ¿Fue feliz?
T.A.- Como nadie. Ha sido la mejor época de mi vida.
L.C.- La actual no es mala.
T.A.- Es cierto. Tengo dos hijos, uno de tres años y el otro de diez meses. Y me pongo a cuatro patas. Hago el caballo o el dragón... Ellos, los niños, me han acercado a mis padres, a los abuelos. La vida es una cadena irrompible de sentimientos.
L.C.- Sí.
T.A.- Cuando el mayorcito me pide un cuento me veo a mí mismo junto al abuelo materno. No tenía apetito y él me sentaba frente al plato de sopa. Y junto al plato de sopa plantaba una botella de vino La Masía, porque en la etiqueta se veía la casa rodeada de campo y, a lo lejos, los montes. Yo miraba la etiqueta fijamente y él me explicaba cómo un lobo feroz bajaba de la montaña y perseguía a la masovera cuando iba a por agua...
L.C.- ¿Y la sopa...?
T.A.- Me la comía toda. Y se acababa el cuento. "Mañana continuamos", me decía. Apartaba la botella y se largaba. Yo quedaba fascinado.