Susanna Moll. | M. À. Cañellas

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Conjuga una sonrisa aniñada con una mirada serena, decidida. Transmite sensaciones positivas. Susanna Moll Kammerich (Neuss, Alemania, 1964) se licenció en filología hispánica (UIB, 1987) y es directora de producción de Editorial Moll. Ha completado el libro que prácticamente dejó acabado su padre, Josep Moll (1934-2007). Se titula "Crònica d'una infàmia". Y lleva por subtítulo "El procés contra Emili Darder, Alexandre Jaume, Antoni Mateu i Antoni Maria Ques".
En uno de los cajones del escritorio de Antoni Mateu se halló un jeroglífico mecanografiado en papel cebolla que se entregó inmediatamente al capitán de Infantería Baltasar Nicolau Bordoy -destinado en el negociado de criptografía de la Comandancia Militar- para que procediera a descifrarlo. No le fue fácil.
Después de más de treinta horas de trabajo -según sus propias afirmaciones- aún estaba a dos velas. No obstante, había llegado a una conclusión trascendente: el documento había sido redactado "tranquilamente en un despacho fuera de esta isla con excelente material y personal muy diestro". O sea, que todas las sospechas apuntaban hacia Rusia. De manera que el general Tamarit le concedió todo el tiempo que fuera menester para descifrarlo, en la confianza de que se confirmarían sus sospechas. Y se confirmaron. La ensalada de números decía exactamente: "Lenin a camaradas García, Ferretjans, Sureda. Listos aviso intensifiquen propaganda tropa, ciudad, pueblos, con camaradas Darder, Ferbal y otros interior, camarada Antonio Mateu Inca y demás Socorro Rojo. Prended sorpresa jefes Ejército con inmediata implacable dureza extirpar libre justicia, pueblo de enemigos idea fascio, derechas, y autoridad civil si vacila. Todo intento derechas responded terror liberando proletarios 48 horas venganza popular. Camarada Ques preciso mayor esfuerzo económico. Atraed Eyralar oferta Dirección General Instrucción Proletaria. Precisa insistir Jaume, cumpla oferta. Viva marxismo español rojo".
A partir de esta patraña -Lenin había muerto en 1924-, Tamarit reunió testigos y pruebas para llevar a Emili Darder, Alexandre Jaume, Antoni Mateu y Antoni Maria Ques ante un pelotón de fusilamiento.
El coronel Trinidad Benjumea (Comandante Militar) ordenó que la ejecución corriera a cargo de un piquete de Falange.El libro recoge parte de la transcripción documental del proceso militar que, en 1937, acabó con el fusilamiento de los cuatro políticos de izquierda.

Pregunto a Susanna Moll cómo consiguió Editorial Moll hacerse con una copia del expediente. Me responde:
Susanna Moll.- Nos la ofrecieron. Josep Ramon Femenias había fotografiado la totalidad del legajo y habló con Gori Mir por si le interesaba incluirlo en alguno de sus trabajos. Pensaban publicarlo con nosotros. Mir iba a solicitar la colaboración de políticos de prestigio de todo el arco parlamentario para que aportaran su punto de vista del juicio. Luego enfermó y la cosa quedó en suspenso.
Llorenç Capellà.- Su padre, Josep Moll, concibió el libro casi desnudo de comentarios.
S.M.- Quiso que la atención del lector se centrara en el legajo original, porque así como a Mir le movía, primordialmente, la voluntad de analizar la trama del juicio desde distintas ópticas ideológicas, a mi padre le interesaba denunciar lo que, según él, fue una farsa criminal. Se indignaba, conforme iba conociendo las aportaciones de los testimonios y el encaje de las mentiras por parte del fiscal. Embustes y más embustes No podía dar crédito a lo que leía.
L.C.- ¿No tuvieron dificultades administrativas para fotografiar todo el material?
S.M.- Al revés. Josep Ramon Femenias gestionó el permiso. Y el togado militar que se lo concedió era perfectamente consciente de lo que pretendía. "Que se publique para que se sepa la verdad, y que jamás vuelva a suceder un hecho como éste". Se lo dijo así de claro.
L.C.- Josep Moll pensaba igual.
S.M.- Sí. Aunque lamentablemente no pudo ver el libro en la calle.
Murió de infarto, de forma instantánea. Cuando unas semanas después de su muerte me revestí de coraje y entré en su ordenador, me hallé con el texto, prólogo incluido, a punto de entrar en imprenta.
Solo tuve que añadirle el índice.
L.C.- Entonces lo leyó entero.
S.M.- Sin saltarme ni una línea. Y me indigné tanto como mi padre.
Una gran mayoría de los que atestiguan contra los cuatro acusados son presos, a veces políticos, otras comunes. O militares o falangistas
L.C.- La implicación de Darder y los demás en una insurrección armada contra la derecha que, en teoría, fue abortada por el golpe de Estado, fue denunciada por un jornalero.
S.M.- Que después de declarar se esfumó. El general Tamarit afirmó que muy probablemente había sido asesinado por masones.
L.C.- Ya.
S.M.- Se llamaba Bartomeu Fluxà Colomar. Era de Montevideo y residía en Son Servera, en la calle Vilanova. Si alguien lo conoció y supo de su posterior paradero que lo diga.
L.C.- No pierda el tiempo. Cuando los de arriba entierran, el agujero suele ser profundo. ¿Qué declaró, Fluxà?
S.M.- Que había más de trescientos mil hombres armados dispuestos a salir a la calle para matar a la gente de derechas, preferentemente a las mujeres y a los niños. Y los cabecillas eran los cuatro encausados, más los socialistas Ignasi Ferretjans y Jaume Garcias, el comunista Andreu Sureda, los republicanos Luis Ferbal y Docmael López Palop, y todos los que se le iban ocurriendo o le iban dictando.
L.C.- ¿Dónde había recogido tanta información?
S.M.- En los corros callejeros, en las tertulias de café y en otras tribunas de parecida solvencia. Todo ello no fue óbice para que el juez instructor, el general Ricardo Fernández de Tamarit, incluyera sus acusaciones en el sumario.
L.C.- Lógico. Tamarit y la ética estaban reñidos.
S.M.- ¿Usted sabe quién era Luis Ferbal ?
L.C.- Un catedrático de francés, aficionado a la arqueología.
Él y Andreu Crespí excavaron la cueva prehistórica de Son Mulet, en Llucmajor.
S.M.- Pues a un intelectual de su prestigio, Tamarit le preguntó si sabía que la revolución que él, entre otros, capitaneaba, tenía previsto violar a todas las mujeres de derechas y pasearlas, después, desnudas por Palma.
L.C.- ¡Joder! ¿Y qué respondió Ferbal?
S.M.- Que no. Dijo textualmente "que no tenía la menor noticia de semejante programa".
L.C.- Ateniéndonos al contenido de los interrogatorios ¿estamos ante un atajo de cretinos o de memos?
S.M.- Qué se yo. Los indicios de culpabilidad de Ques, Mateu, Darder y Jaume, no tienen consistencia alguna. A Jaume se le acusa de haber dedicado a Joan Monserrat i Parets un ejemplar de su libro, "Impresiones de un Constituyente", con las siguientes palabras: "A mi futuro compañero de Soviet". Cuando Tamarit le preguntó a Jaume si esta dedicatoria quería significar que lo de la revolución marxista iba en serio, Jaume sonrió.
L.C.- ¿Podía hacer otra cosa?
S.M.- Supongo que no.

"Crònica d'una Infàmia" refleja el comportamiento hipócrita de quienes habían secuestrado las instituciones democráticas ”

L.C.- Usted, que nació treinta años después, ¿cómo ve todo aquello ?
S.M.- Siento vergüenza ajena. "Crònica d'una Infàmia" refleja el comportamiento hipócrita de quienes habían secuestrado las instituciones democráticas. El juicio se montó a partir de una escenografía criminal sin ninguna base. Pero sirvió para asesinar a cuatro personas, tres de las cuales, al menos, tenían una hoja de servicios intachable.
L.C.- ¿Antoni Maria Ques, no tanto ?
S.M.- Ques era un contrabandista, y todos sabemos cómo eran los contrabandistas de aquella época. Aún así, no se le condenó a muerte por ningún acto delictivo, si es que cometió alguno, sino por estar afiliado a Esquerra Republicana y apoyar el Frente Popular con dinero de su propio bolsillo. Ques era muy rico.
¿Sabe que estando preso un militar le hizo chantaje...?
L.C.- Cuéntemelo.
S.M.- Fue en la prisión de Illetes. El capitán Pérez Vengut le obligó a firmar un cheque de ciento veinte mil pesetas bajo coacción y amenazas. Al saberlo, Pablo Espejo y José Barbará, dos falangistas, le denunciaron. El teniente José García Rosselló, hijo del coronel García Ruiz, afirmó que la intención del capitán era la de recabar fondos para la Legión de Mallorca, en período de formación. ¿Le digo las palabras que Ques atribuyó a Pérez Vengut?
L.C.- Vale.
S.M.- "Recuerde usted que en dinero y amistad, la mitad de la mitad".
L.C.- ¿Esta frase es de Pérez Vengut ?
S.M.- Así consta en el acta de los hechos.
L.C.- Le define.
S.M.- Finalmente devolvió el cheque en presencia de un capitán de Artillería, Eduardo Lassala, y otro de la Guardia Civil, apellidado Riutort.
L.C.- ¿Josep Moll era consciente de que la publicación del proceso sin omitir los nombres ni los apellidos de los que intervinieron, podía levantar ampollas?
S.M.- Claro que sí. Los apellidos de la mayoría de los golpistas y represores de primera línea han gozado de un indudable peso social que, en muchos casos, aún persiste. Pero el miedo al qué dirán no nos ha de servir de excusa para endulzar la realidad.
Si un nieto se entera, ahora, de que su abuelo se dedicó a firmar sentencias de muerte, no se sentirá orgulloso de sus ancestros Pero, bueno, tampoco cargará con ningún tipo de culpa sobre su conciencia. Nadie va a echarle en cara los genes.
L.C.- Por supuesto.
S.M.- El pasado es lo que es. Y es inamovible. Aunque nos escandalice.
Leyendo los documentos que componen la acusación de Darder, llego a la conclusión de que aquella gente que testificó en su contra y que le condenó, era infinitamente perversa.
L.C.- Darder fue un alcalde ejemplar.
S.M.- Usted dirá. No había causa posible contra él. Pero se la inventaron. En unas notas referentes a su pasado en la alcaldía, que se remiten desde Cort al Auditor de Guerra por si pudiera desprenderse materia o intencionalidad delictiva, se dicen cosas tan absurdas como que siendo alcalde subvencionó a los orfeones de la Casa del Pueblo o que había gestionado en Madrid un decreto de bilingüismo.
L.C.- Se le acusó de separatista.
S.M.- El fiscal, Ricardo Mulet, basó parte de la acusación en los libros en catalán que, siendo bibliotecario del Círculo Mallorquín, había adquirido para dicho centro. Y el defensor, el teniente Eusebio Pascual, argumentó, en su defensa, que escribía en un mallorquín nada catalanizado. Para reforzar su discurso recordó que un escritor en mallorquín como "nuestro nada sospechoso laureado vate el venerable sacerdote don Lorenzo Riber" había entrado a formar parte de la Academia de la Lengua Española por expreso deseo del general Primo de Rivera.
L.C.- En "Crònica d'una Infàmia" aparecen muchos personajes que tuvieron una importancia decisiva en la represión y que, curiosamente, hasta ahora habían conseguido mantenerse en un discreto segundo plano.
S.M.- ¿A quienes se refiere ?
L.C.- A militares como Ricardo Fernández de Tamarit, Ricardo Mulet o Gonzalo Zarranz Mariana Y a una infinidad de personajillos irrelevantes como Bartomeu Fluxà Colomar o Miquel Servera Llodrà.
S.M.- Es cierto. Servera Llodrà declaró que un marxista que vino con Bayo, un tal Antonio Gallardo, le había dicho que en Cala Anguila se uniría a ellos la columna de Felanitx en Portocristo, la de Amer y, en sa Coma, la de Óleo. La consecuencia más inmediata de todo ello no pudo ser más trágica. Amer fue asesinado en Son Coletes. Y Óleo, un terrateniente con un yerno, Joan Gili, en la cúpula de Falange, fue juzgado y fusilado.
L.C.- Otro falangista, Canuto Boloqui, no tuvo reparos en declarar que el cajón del escritorio del alcalde de Inca, Antoni Mateu, no había sido registrado por sus hombres.
S.M.- Y probablemente alguno de ellos había depositado el documento cifrado que llevaría a Mateu a la muerte. Contra las izquierdas, valía cualquier cosa. El mismo Boloqui, aún a sabiendas de que peligraba la vida de un hombre, afirmó que Mateu recibía dinero del Socorro Rojo para sus gastos particulares.
L.C.-
S.M.- Todo aquello fue un desastre. Y aún no se ha reparado.
Ahí está lo de las fosas del franquismo. ¿Por qué el Estado no ha de recuperar los cadáveres ? No podemos continuar negándonos a aceptar lo que ocurrió.
L.C.- En las calles de Alemania, su país de nacimiento, ¿pueden encontrarse símbolos fascistas como los de sa Faixina?
S.M.- ¡No! Pero la diferencia entre Alemania y España es que allí los nazis perdieron la guerra. En cambio, aquí, la Transición fue complicada. En cualquier caso, han pasado más de treinta años desde la muerte de Franco y aún se dan situaciones o casos que avergüenzan. O a mí, al menos, sí me avergüenzan.
L.C.- Volviendo al proceso que da pie a "Crònica d'una infamia", se demuestra claramente que buena parte de las acusaciones se basan en el testimonio de personas detenidas.
S.M.- Que testimoniaban por miedo. O pensando que conseguirían una mejora en su situación penal o social. Y no siempre fue así. Miquel Servera Llodrà corrió la misma suerte que Bartomeu Fluxà, desapareció. Por otra parte, se da el caso de que algunos declarantes no cuentan, en una primera declaración, lo que se les ha sugerido.
Entonces se les devuelve a la cárcel y se les incomunica para que reflexionen.
L.C.- Y reflexionan.
S.M.- Ya lo creo. Quien fue llamado a declarar por segunda vez, no tuvo necesidad de hacerlo en una tercera.
L.C.- Su padre, Susanna, fue socialista. No faltará quien diga que nos ha legado un libro de venganza.
S.M.- Tanto da. Yo afirmo que es un libro de justicia. Que se ha hecho esperar. Que era necesario.