Daniela Costa, excelente actriz. | Pedro Prieto

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A las órdenes de Martín Garrido Barón, Daniela Costa rueda en Lloret de Vistalegre Nos veremos en el infierno.
Lo último que se ha visto de ella ha sido en 'Gavilanes'. Ahí, Daniela es Claudia Aguirre, la jardinera, ex amante del patriarca al que mata. Como otras muchas jóvenes actrices españolas que están triunfando hoy, salió de Al salir de clase, una de las mejores canteras de la escena nacional de los últimos años. «Con anterioridad a esta serie había hecho algunas cosas en Barcelona, pero sí, reconozco que Al salir de clase fue una gran escuela en la que adquirimos una experiencia que a algunos nos ha valido de mucho».
Cuenta que se ha tomado un pequeño descanso antes de reanudar el rodaje de una nueva entrega de Gavilanes, «donde haré cortas, pero intensas apariciones», y cómo le hablaron de venirse a Mallorca a rodar esta película. «aquí estoy, muy a gusto», asegura.
Del papel que interpreta en Nos veremos en el infierno no quiere profundizar mucho, «no vaya a ser cuestión que demos pistas, y a lo mejor eso no guste al director. Pero lo que sí puedo adelantar es que es una historia bastante dura y muy interesante».
Serie
Además de en Gavilanes, a Daniela, más o menos recientemente, la hemos visto en La Lola y MIR. En esta serie era Carmen, joven médico residente de segundo año de Traumatología que termina teniendo problemas consigo misma y que afectan tanto a su entorno profesional como al privado. Ahí coincidió con Rodolfo Sancho, Eduardo, residente de cuatro años de medicina interna, y en Gavilanes, el mayor de los hermanos, y con Ruth Díaz, Nuria, residente de tercer año de cirugía, con quien se ha vuelto a encontrar en la película de Garrido. «En parte, el estar aquí ahora se lo debo a ella, que me habló de Martín, con quien ya había trabajado en El monstruo». En cuanto a su trabajo en MIR, «quedamos todos muy contentos, de verdad. Por eso nos preguntamos todos, que tratándose de una buena serie, que enganchaba, y en la que todo estaba muy bien cuidado, por qué la quitaron. No sé... Fue una lástima, pero a veces suceden cosas en las altas esferas que se nos escapan».
Da la impresión, viéndola en Gavilanes y en MIR, que a Daniela le van los papeles de personajes con problemas y de vidas complicadas. «Por una parte, me gustan los problemas, como dice la canción; por otra, es interesante poder meterte en la piel de personas que los tienen y los sufren. Los problemas son la sal de la vida, y sin ellos ésta sería muy aburrida. A mí me gustan los personajes que crecen, que tienen que luchar, que han de cambiar su forma de ser para poder conseguir lo que quieren... En Gavilanes comencé con un papelito pequeño, secundario, pero que con el tiempo ha ido creciendo, por una parte por mi trabajo, por otro lado porque ha caído muy bien entre la audiencia. Ha sido un papel muy positivo, y, pese a ser un personaje pequeño, ha sido muy interesante he tratado de enriquecerlo todo lo que he podido».
El futuro
En cuanto a proyectos, Daniela se muestra cauta, y no porque no los tenga. «Lo que pasa es que hay que buscar alternativas. Sabemos que hacer cine hoy no es fácil ya que no hay muchas ayudas, pero me gusta ver que hay gente que con muy pocos medios, pero con muchas ganas y buenas intenciones, hace cosas muy buenas que con no pocos esfuerzos sacan adelante. Entonces es en ese tipo de proyectos en los que me siento más cercana. Me gusta la gente que tiene arte, capacidad de imaginación, talento y que sabe buscarse la vida para sacar esos proyectos adelante. Ahora mismo estamos ante uno, una película experimental, con una base argumental pero improvisada, de la que no puedo aportar muchos más datos. Pero si mañana, de repente, me proponen trabajar en una superproducción, pues voy a decir que sí. Y en cuanto a televisión, de momento Gavilanes.
Daniela es catalana, y como tal hay que preguntarle por los toros, o mejor, por la prohibición de los toros en Catalunya. «Aunque entiendo que es una cultura y un arte, a mí los toros me gustan como animales. Puedo respetar la fiesta, pero no la comparto. Si no puedo ver sufrir a una hormiguita, a un toro tampoco».