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Al mediodía de ayer, con treinta minutos de retraso sobre el horario previsto, llegó a Palma Ana Obregón, acompañada de su hijo, Alex, que ha cumplido los 18 años, por tanto es ya mayor de edad, con casi, si es que no lo supera, el 1,90 de estatura. Y es que el tiempo pasa que es una barbaridad. Parece como si fue anteayer cuando llegaron Ana y Alejandro Lecquio a pasar unas vacaciones en el Port d'Andraitx, con el pequeño Alex, un bebé. Y parece como si fuera ayer cuando éste, algo más mayorcito, trataba de ahuyentar a los fotógrafos que se acercaban a la playa de Costa de los Pinos donde se bañaba su madre con el fin de fotografiarla.

Ana llegó muy elegante, con una blusa de encaje y una falda al estilo ibicenco, y entre ambas un precioso cinturón. Y, además, se la veía muy feliz.. «Y así es -dijo-, me siento muy feliz».

Pese a adoptar una actitud un tanto discreta, Ana es una mujer que no pasa desapercibida en ningún lugar, y menos en un aeropuerto. Sin prisas, tirando de carrito en el que habían depositado tres maletas y un bolso, se acercaron al párking donde el chófer había estacionado el automóvil. Alex, muy gentil, abrió la puerta para que su madre entrara y ocupara uno de los asientos de atrás. Luego echó una mano al chófer que colocaba los bultos en el maletero. Por último, ocupó plaza a lado de éste, por lo que entendimos que todavía no conduce.

Durante el camino hasta el párking, preguntamos a Ana sobre esas fotos que aparecen en las revistas, en las que se ve a su ex cuñado, Giorgio Aressu -ex marido de su hermana Amalia con la que tuvo una hija, Carolina, que tiene 21 años- en actitud muy cariñosa con Simoneta Gómez Acebo, ex mujer de su buen amigo Fernández Sastrón, y le quitó importancia. «No pasa nada. Las fotos no dicen nada. Ellos son buenos amigos y nada más. No hay que darle más importancia».

También le preguntamos que cuántos días iba a estar de vacaciones en Mallorca, respondiendo que «sólo cinco», pocos, a tenor del número de maletas que se traía.

Su intención es la de descansar, disfrutar de la familia y de bañarse, y algunos días con la compañía de fotógrafos, que seguro merodearán la zona, sabiendo que está en ella. No le preguntamos si ofrecería un posado a la prensa, porque desde hace años no lo da. O al menos no lo da en Costa de los Pinos, como antes, pero sí sobre si su hijo iba a estudiar a Estados Unidos en el próximo otoño, a lo que asintió.