Rooney, en el aeropuerto de Palma. | Pedro Prieto

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El delantero centro del Manchester Unitet y de la selección inglesa de fútbol, Rooney ha pasado unos días de vacaciones en a isla acompañado de su familia, esposa, Coleen McLoughlin, e hijo, Kay. Lo ha hecho en un lugar de la costa de levante, en un hotel.
Wayne Mark Ronney, nacido en Liverpool, ex jugador del Everton, ganador de tres Premier League, tres Copas de la Liga y dos Comunity Shield, una copa de Campeones de la UEFA y una copa Mundial de clubes (en 2008 derrotó al Universidad de Quito) y como internacional un mundial con Inglaterra y una Eurocopa, donde marcó el gol que le convertiría en el goleador más joven de la historia de este torneo, llegó, como les adelanté el martes, el pasado lunes, el día después en que finalizó la Premier Legae, con la intención de relajarse y de recuperarse del esfuerzo que le han obligado a hacer las competiciones que ha disputado -y también de algunos golpes- para afrontar la recta final de la preparación para el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. A decir verdad, Rooney, visto de paisano y en familia, no es tan temible como verlo de corto en un campo de fútbol. De vacaciones es un tipo muy tranquilo, que da la impresión que como si pasara de todo.
Ayer por la mañana, solo, a bordo de una furgoneta de color oscuro con los cristales tintados, llegó a la terminal de vuelos privados donde tomó un pequeño reactor que lo trasladó a Manchester. En los cenáculos de Manchester, y en algunos de Madrid, se comenta que Rooney podría reencontrarse con el que fuera su compañero de ataque, Cristiano Ronaldo, en el Real Madrid, aunque dadas las carencias de los del Bernabeu -más centrocampistas y menos delanteros- nos tememos que todo se quedará en agua de borrajas.