Una imagen de la procesión de Santa Lucía. | Pere Bota

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Ayer fue la festividad de Santa Lucía, patrona de la luz y de las modistillas y fiesta grande en la colonia sueca de Mallorca, seguramente una de la más numerosas de esta isla ya multicultural.
Santa Lucía tuvo dos versiones. La infantil y la adulta, ambas, alumnas del Colegio Sueco de Villa Schembri.
A las diez de la mañana, la Santa Lucía infantil, encarnada por Ida Ahstrom -de blanco, con corona con cuatro velas y cinta roja ceñida a su cintura), acompañada de un numeroso séquito de tärnor (formado por niñas, vestidas también de blanco) y stärgossar (niños, cubiertos con blanca túnica y sombrero de pico, adornado con estrellas), entraron a oscuras en una sala repleta de padres y hermanos mayores que había dejado espacio junto al órgano -y organista- en que se quedaron alineadas mirándolos.
Permanecieron no más de diez minutos cantando villancicos, coronados por los aplausos de los que allí nos encontrábamos.
Por la tarde, sobre las ocho, llegó Santa Lucía adulta a la Plaça de Cort. Santa Lucía este año es la joven, también alumna del colegio sueco, Saga Landström, de 14 años, acompañada por un séquito muy numeroso, dado que entre tärnor y stärgossar serían unos sesenta, reforzados por tres chicas de Goteburgo, excelentes cantantes. Y llegaron cantando, ella en actitud de recogimiento, con su corona de cinco velas y su cinta roja, señal de la sangre que derramó durante su martirio. Santa Lucía, mártir siciliana, había dedicado años de su vida a visitar a los cristianos en las catacumbas, a los que llevaba comida. Como para ello necesitaba sus dos manos, armó una especie de corona en la que colocó velas que encendía cada vez que se adentraba en la oscuridad.
Ayer se cumplieron 25 años de que Santa Lucía visita cada 13 de diciembre la Plaça de Cort. Fue idea de Olga Bestard, que además gestionó esta visita en la que suele estar presente para darle la bienvenida el alcalde o, como desde hace tres años, la alcaldesa, que estuvo anoche entregando a Santa Lucía una pulsera y a Olga una reproducción de la escultura de Ventayol. Hay que decir que en Cort hubo concierto de la banda municipal, que se instaló el bazar de la Iglesia sueca, y que entre los asistentes se sirvió el glögg, y lussebröd, o pastas de canela o azafrán.