Alemany, durante la rueda de prensa que ofreció el viernes. | Monserrat

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De un tiempo a esta parte, el Mallorca vive bajo la sombra de una demanda. El ajetreado ritmo de vida del club, marcado por los socavones y sus continuos vaivenes institucionales, ha repartido últimamente la acción entre el campo y los juzgados. Los cambios de propiedad, la falta de acuerdo en determinadas cuestiones y los problemas económicos de la entidad han desembocado en un ramillete de pleitos que amenazan con atrapar a la SAD en un laberinto en el que empezaba a verse la luz. El último capítulo de esa particular lista negra empezó a redactarlo en julio Gregorio Manzano, que el viernes recibió una dura respuesta por parte de Mateu Alemany. Otra guerra está en marcha.

Llevaba cierto tiempo en calma el entorno mallorquinista. La llegada al puente de mando de la nueva propiedad había pacificado el ambiente que envuelve al equipo, pero la accidentada salida de Manzano del club ha dejado varias heridas abiertas, alguna de ellas bastante significativa.

El de Bailén, que llevaba tiempo meditando su ataque final, dio un paso al frente durante el verano y demandó a Mateu Alemany en un requerimiento que también incluía a Javier Martí Mingarro, Javier Martí Asensio, Àlex García, José Miguel García y Miquel Vaquer como responsables subsidiarios. Sin embargo, lo peor estaba aún por llegar. Esta misma semana salió a la luz que el hoy técnico sevillista ha fundamentado su demanda contra Alemany en que el ex propietario debía haber disuelto la entidad para satisfacer su deuda con el jienense (unos 2,2 millones) y la reacción del andritxol dejó malparado a Manzano. El ex dirigente aseguró que padecía «alzhéimer selectivo», le acusó de ser uno de los «responsables morales» del delicado estado de salud del Mallorca y recordó alguno de los pasajes más oscuros de su tránsito por la Isla. Alemany anunció una dura batalla y precisó que argumentaría su defensa en demostrar que «el activo del club está muy por encima de su pasivo», además de que sus abogados y los del resto de ex consejeros mallorquines trabajarán en la misma dirección en busca de salidas alternativas.

Viejo escenario

En cualquier caso, para Alemany no se trata de un nuevo escenario. Ni mucho menos. Primero fue el centro de las iras de Carlos González, con el que estuvo negociando en 2009 el traspaso de paquete accionarial. El empresario tinerfeño afincado en Madrid ya le presentó una demanda por daños y perjuicios el pasado mes de diciembre y viajó incluso a Palma para ratificar en los juzgados de la capital balear, aunque al final todo aquelló quedó en nada después de que los abogados de González admitiesen un error que arruinó sus argumentos.

Con la familia Martí Mingarro también hubo un cruce de demandas. Alemany denunció en su momento a Javier Martí Asensio por los presuntos delitos de estafa, apropiación indebida y administración desleal en los tres meses en los que el madrileño fue propietario del Mallorca.