José Ramón Rodríguez, Marga Domínguez, Vicent Rodríguez, Ramón Rodríguez, Joan Miquel Morro y Teresa Cano. | Curro Viera

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La ciudad de Inca ha vivido una edición más del Dijous Bo, la fiesta grande de la ciudad que fiel a su cita ha llenado sus calles de visitantes y de una extensa oferta comercial y de ocio.

Si bien la fiesta se mantiene, la afluencia de visitantes empieza a resentirse principalmente por causa de un Dimecres Bo con cada vez más éxito y que empieza a ser más popular entre las familias y no solo entre los jóvenes, como venía siendo costumbre.

De todas formas la cita del jueves sigue convirtiendo Inca en el epicentro de la Isla. La tradición como hilo conductor llevó por un recorrido en el que destacaban más de 600 puestos en unos ocho kilómetros, que invitaban a un paseo lleno de curiosidades.

Reponer fuerzas se hacía necesario de tanto en tanto y para ello la amplia oferta gastronómica era imprescindible, desde los puestos de comida más sencilla a los menús más cuidados de los cellers.

Este año destacaba también el dispositivo de seguridad compuesto por más de trescientos efectivos tanto de la Policía Local como de la Guardia Civil y cuerpos de seguridad privados, que velaron porque una nueva edición del Dijous Bo transcurriera sin incidentes de importancia.