El gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, en una imagen de archivo. | Efe - Sergio Barrenechea

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El gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, ha sugerido al Gobierno que tenga un plan alternativo en el caso de que no se cumpla el objetivo económico previsto para 2011, lo que dificultaría la reducción del déficit.

Durante su intervención ante la Comisión de Presupuestos del Congreso, Fernández Ordóñez dijo que ante una eventual desviación el Gobierno tiene que ser capaz de poner rápidamente en marcha medidas adicionales y consideró que tener diseñados planes de contingencia «facilitaría mucho el éxito de esas actuaciones».

En este sentido, señaló la urgencia de buscar fórmulas que refuercen el compromiso de consolidación fiscal de las comunidades autónomas y de las entidades locales, ya que cree que en este ámbito es donde existe el mayor riesgo de desviaciones.

Por esta razón cree que hay que hacer uso de «todos los instrumentos disponibles» para garantizar el cumplimiento de los objetivos, entre los que apuntó el establecer un techo de gasto para las administraciones territoriales y condicionar las autorizaciones de emisión de nuevo endeudamiento al progreso en los planes de consolidación fiscal.


Objetivo

Frente a los riesgos en el ámbito de la administración territorial, Fernández Ordóñez cree que la Administración General del Estado cumplirá el objetivo de reducción del déficit público marcado para 2010.

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No obstante, dijo que podría haber desviaciones en el caso de que no se llegue al crecimiento económico del 1,3% previsto por el Gobierno para 2011.

El gobernador del Banco de España advirtió de que las tensiones en los mercados financieros aún no han terminado y que durante mucho tiempo la economía española va a estar sometida a «la vigilancia de quienes la financian».

En su opinión, todavía pueden reaparecer «episodios proclives a la propagación de la sospecha y la desconfianza», por lo que consideró fundamental «la adecuada configuración» de la política presupuestaria y de las reformas estructurales orientadas a generar empleo y mejorar la productividad de la economía.

Según dijo, el tono de la recuperación económica todavía está siendo débil y depende de estímulos públicos al gasto transitorios y de la posible anticipación de decisiones de consumo e inversión en vivienda.

Con esta situación ve difícil que la demanda interna pueda repetir en el segundo semestre el crecimiento registrado en la primera parte del año, ya que prevé que el consumo de los hogares desacelere su crecimiento y que la inversión en bienes de equipo todavía se mantenga débil, en tanto que la inversión residencial continuará su proceso de ajuste.

Todo ello impedirá que «durante algún tiempo» la economía pueda alcanzar «el dinamismo propio de una fase de expansión con suficiente capacidad para generar empleo».