Rosa Cursach, Jesús Jurado, Georgina Gamundí, Nina Parrón y Miquel Àngel March. | Curro Viera

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Pollença ha terminado con una injusticia histórica al reconocer a una de sus mujeres más destacadas a lo largo de la historia, Clara Hammerl. Esta pionera de la pedagogía y la banca social a finales del siglo XIX, había permanecido durante décadas a la sombra de su marido, Guillem Cifre de Colonya, aunque recientes investigaciones históricas han hecho que se destaque cada vez más su importancia y la de su obra. Impulsora de la banca social y de la educación igualitaria, esta mujer es ahora un referente en cuanto al rescate de grandes figuras femeninas relegadas al olvido por una visión sesgada de la historia. Pero desde el pasado domingo el municipio ha rellenado una laguna al reconocerla en uno de sus espacios públicos con un busto que le rinde homenaje, obra de la artista Georgina Gamundí, una ya más que promesa del arte en Pollença. El acto de inauguración pone fin al año Clara Hammerl en el marco de la campaña Mallorca té nom de dona impulsada por el Consell de Mallorca.