Maimó, ante una de sus pinturas de higueras y, arriba, trabajando la cerámica. | Joan Socies

TW
0

«Mentre m'envelleixo en el llarg esforç/de passar la rella damunt els records,/he mirat aquesta terra,/he mirat aquesta terra». Así reza uno de los versos de un poema de Salvador Espriu con el que Andreu Maimó (Cas Concos del Cavaller, Felanitx 1946) se ha inspirado para su exposición, «una especie de pequeña retrospectiva», señala, titulada He mirat aquesta terra, que acogerá el Museu Modernista Can Prunera de Sóller del 20 de agosto al 26 de septiembre.

Maimó se lleva hasta Sóller las obras que le han conducido hasta la pintura que crea hoy. «La exposición comprende varias etapas de mi pintura de finales de los años 60 hasta inicios de la década de los 90. La muestra se inicia en una pintura de marcado carácter post-impresionista hasta el expresionismo, todo ello adaptado al meu rèdol, a mi tierra, a los paisajes, a mi entorno más próximo», explica. Se trata de una selección de obras de la colección del pintor que nunca se han expuesto en conjunto y que «son anteriores a mi época actual». Can Prunera también acogerá siete esculturas de cerámica de las que seis son de su etapa contemporánea. Y es que, como señala Maimó, «llegué a la cerámica como complemento de las exposiciones, después vi sus posibilidades y ahora están presentes en todas mis muestras».

Los paisajes de la tierra en los que el pintor de Felanitx busca una profundidad y una atmósfera definida por tonalidades muy similares, y dos pinturas al óleo sobre una serie que realizó podencos ibicencos, «en los que trabaje mucho sobre el gouasch y en los que busqué un curioso efecto limpiando la pintura minuciosamente con el pincel», forman parte de la exposición. «Creo que se trata una visión coherente sobre la transición de mi pintura hasta lo que hago hoy», un presente en el que las higueras, las vides, las uvas y las granadas copan las obras de Maimó, quien ya tiene en mente otros proyectos que se van fraguando en su taller de Felanitx.

Maimó vive la tierra, el contacto con su foravila, los payeses, su entorno ha dejado huella en su manera de entender la vida y, ahora, con la experiencia de más de cuarenta años, pretende «hacer llegar a los demás el mensaje que me ofrece la naturaleza», y recuerda que «una buena obra no se hace rápido, se tiene que estudiar, requiere de dibujos, de tiempo de técnica».