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La artista franco-estadounidense Louise Bourgeois, conocida por sus esculturas abstractas y connotaciones oníricas, falleció anteayer en Nueva York, a los 98 años. Sus arañas gigantes, Maman, eran muy conocidas. En Mallorca, su obra se expuso en la hoy desaparecida galería Lluc Fluxà, en 1999, y en la Fundació Miró en 2005.
La galerista María de Lluc Fluxà llegó a conocer a Bourgeois y ambas publicaron un libro de artista con Lelong. En 2005, la Fundació Pilar i Joan Miró organizó Repairs in the sky, comisariada por Fluxà, con esculturas, grabados y testimonios gráficos del encuentro de Miró y Bourgeois en 1947 en Nueva York.
Bourgeois, que trabajó con artistas como Fernand Léger, se instaló en Nueva York en los años cuarenta y ejerció toda su carrera, con gran influencia en artistas jóvenes, en Estados Unidos. Sus esculturas en acero, bronce, cristal, madera o piedra, eran en ocasiones de contenido sexual explícito, y entre ellas está la provocativa Fillette (1968), con forma fálica. En 2008 el Guggenheim de Nueva York le dedicó una retrospectiva sobre su extensa carrera que ella supervisó. Entonces, Bourgeois explicó que en su extensa obra había influido su infancia, y los traumas provocados por la pérdida de una madre joven y la traición de su padre por mantener una relación sentimental con su profesora de inglés. Precisamente una de sus obras, que representa una escena de canibalismo, se llamó La destrucción del padre (1974).
Como expresión de las emociones surgidas de sus vivencias personales, en su producción artística destacó las figuras humanas deformadas y los conceptos abstractos, que en sus comienzos profesionales se plasmaron en cuadros para derivar con los años en esculturas en las que explotaba las posibilidades de materiales maleables como el látex, la resina y la escayola. En los años noventa creó sus famosas Celdas, obras en forma de pequeñas habitaciones cercadas en las que colocaba tanto sus objetos como los recogidos de la calle.