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Asistir a la tercera edición de la Fira Musical de Porreres significó ayer algo más que un recorrido por los estands de la plaza. Durante todo el día, cada rincón de la localidad se convierte en una sensación, un estilo y un genero musical que tiene dos componentes básicos: un interprete y un oyente que escucha apasionado o bien lo descubre por primera vez.
Así, el ball de bot, el sonido de las guitarras, de la batucada, de las bandas de música, de las xeremies, del canto coral, el jazz o el blues fueron algunos de los alicientes de la intensa jornada musical que vivió ayer Porreres. Poco a poco la gente fue encontrado su lugar, su ambiente, y es que la música es un buen compañero para una jornada primaveral de tranquilidad y paseo.
A media mañana el guitarrista Toni Miranda ofreció una clase magistral a un grupo de jóvenes de la localidad amantes del instrumento que él domina. Mientras, otros bailaban en la calle. Por la tarde, primer encuentro de xeremiers y para el festival de bandas de música.