La expedición mallorquinista pisó el aeropuerto de La Coruña al filo de las 20.00 horas, casi 24 horas después de finalizar el encuentro.

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El Mallorca ha vivido un fin de semana para olvidar. El sábado, por una derrota ante el Deportivo que complica en exceso sus opciones de clasificarse para la Champions. Y ayer, por la pesadilla del regreso. El equipo de Gregorio Manzano y los 50 seguidores que acompañaron a la expedición balear en su desplazamiento a A Coruña sufrieron una odisea en un viaje que se prolongó durante casi ¡60 horas!...
Por culpa de la nube de cenizas que desprende el volcán Eyjafjalla en Islandia y el cierre de aeropuertos del norte que provocó, el Real Mallorca se vio atrapado en tierras gallegas. Los responsables de Halcón Viajes -agencia oficial del club- actualizaron la información casi al minuto, pero se encontraron con una situación que alteró numerosos planes de vuelo.
Finalmente, después de varios intentos frustrados, de informaciones contradictorias y cambios sobre la marcha, la expedición regresó al filo de la medianoche, 24 horas más tarde de los previsto y después de estar un domingo colgado a la espera de facturar el equipaje.
Aproximadamente a las 15 horas, AENA informaba que dos horas más tarde, el aeropuerto coruñés iba a reabrir sus puertas. Esta circunstancia posibilitó el viaje de regreso a la Isla, despertando de un fin de semana para olvidar que se ha asemejado más a un mini stage que a la disputa de un encuentro de Liga.
El viernes, cuando el equipo mallorquinista llegó a Son Sant Joan al filo de las 16.30 horas, nada hacía presagiar lo sucedido. Pese a que la expedición partió de Palma con una hora de retraso, nadie imaginaba lo que se divisaba en el horizonte.
A las dos de la madrugada del sábado, con los jugadores descansando en sus habitaciones, AENA informaba del cierre de todos los aeropuertos gallegos. Era el primer aviso. Por la mañana, la compañía aérea alertaba de que el regreso tras el partido, vía Santiago, no sería posible y que se debería esperar al domingo para regresar a Palma. Causas de fuerza mayor.
Paralelamente a este inconveniente, los casi 200 seguidores que tenían que desplazarse el sábado por la mañana para asistir en directo al encuentro y animar a su equipo desde las gradas de Riazor, se quedaron en tierra y sin opciones de volar.
Tras el partido, con el golpe moral de la derrota marcado a fuego en el rostro de los expedicionarios, amaneció el domingo con la incertidumbre de cómo volver y sobre todo, cuándo. Incógnitas que no se resolverían hasta bien entrada la tarde. Fuentes de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea informaban que hasta las 16:00 horas no habría confirmación al respecto de la apertura del aeródromo de A Coruña. De nuevo incertidumbre. Caos. Enfado. Malestar. En vilo porque en caso de no abrir las pistas coruñesas, la situación se volvía más complicada hasta el punto de que no había más opciones que viajar en autobús hacia Madrid (6 horas de carretera aproximadamente) y posteriormente tomar un vuelo a la una de la madrugada. La nube de ceniza mantenía al Mallorca atrapado en Galicia a la espera de que el cielo se abriera definitivamente y quedara libre de polvo.
Sin embargo, la buena noticia llegó a media tarde cuando se confirmó la buena nueva. Un avión recién llegado desde Madrid, acogió a la expedición pasadas las nueve de la noche, aterrizando en la Isla a medianoche. Fueron muchas horas de espera, de inquietud por lo que podía pasar y de un regusto amargo por partida doble.