Los jugadores del Real Mallorca, agarrados, guardan un minuto de silencio en el encuentro celebrado el pasado miércoles ante el Real Madrid. | Monserrat - T. MONSERRAT

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Noches de fútbol como las de hoy no se dan todos los días. Por eso son especiales, por eso son únicas y por eso se juegan todos los partidos a la misma hora. Porque muchos equipos de la Liga, entre ellos el Mallorca, juega su choque y mira de reojo al del vecino. Su partido es en Riazor ante el Deportivo (21:00 horas, PPV) y su mente -geográficamente lejos, pero cerca en la memoria- estará en el Sevilla-Barcelona. El equipo balear se agarra a un hilo de esperanza que todavía es firme y sólido para tratar de meterse en la Liga de Campeones con vistas a la próxima temporada. Una victoria de los de Manzano, unida a un empate o una derrota de los hispalenses en su campo, permitiría de nuevo a los isleños agarrar al cuarta plaza y depender de ellos mismos en la última jornada de Liga, dentro de una semana ante el Espanyol.
Mientras que el Mallorca ha sido por méritos propios el equipo revelación, el Deportivo ha pasado de ser un sucedáneo del Superdepor a un conjunto mediocre, gris, sin fe ni motivación. Lleva once jornadas sin ganar. En condiciones normales y en la primera vuelta de la Liga eso supone despedir al entrenador de inmediato, pero el equipo de Lotina se ha permitido el lujo de vivir de rentas. Amarró la permanencia en la primera ronda de la Liga y a partir de ahí se limitó a sestear.
Esta reflexión indica que si hoy ningún factor externo hace variar la situación -entiéndase una prima llegada de un tercero- el Mallorca tiene que agarrar hoy la victoria y además agarrarla con solvencia. En fútbol todo es posible, incluso que este Deportivo gane al Mallorca, pero en condiciones normales este tipo de partidos los supera y los saca adelante el equipo que más se juega y si alguien se juega algo en Coruña es el Mallorca. No hay más que hablar.
Si ante el Madrid se pagó el esfuerzo de Bilbao, hoy pueden pasar factura las carreras que el equipo balear se hizo persiguiendo a Ronaldo el pasado miércoles. Además, hay que valorar también que el choque se afronta sin dos de los principales baluartes del equipo, Nunes y Borja, ambos sancionados. Es cierto que el once de Manzano ha sabido superar problemas de este tipo durante toda la temporada, pero ahora las fuerzas empiezan a flojear y no siempre obedecen a las órdenes que reciben desde la cabeza. Alicientes hay de sobra, Europa está en juego, pero la Europa grande, la del balón de estrellas negras y si se da la carambola, el equipo podrá alcanzar el cielo a falta de una jornada para que eche el telón. Sería un justo premio a una trayectoria que es muy difícil de calificar por lo superlativo de la misma y porque el equipo ha superado a golpe de fe, la inestabilidad institucional que le ha perseguido. Hay esperanza, hay un hilo fino, pero seguro, a eso se agarra el Mallorca.