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El investigador de la Universitat de les Illes Balears (UIB) Joan Estrany ha estudiado durante años la composición del agua y de los sedimentos que corren por la cuenca del Torrent de na Borges. Un estudio mediante el cual se ha podido determinar que «la ciudad de Manacor constituye el principal problema de contaminación del torrente» y también asegura que «las zonas que conservan las 'marjades', los 'parats' y los 'albellons' sufren poca erosión y no se inundan cuando llueve».
La cuenca agrícola del torrente de na Borges es la segunda más importante de Mallorca y ocupa un área de 319 kilómetros cuadrados repartidos entre ocho municipios. Después de más de cuarenta kilómetros de recorrido por las tierras del Pla, el curso fluvial más largo de la Isla desemboca en la bahía de Alcúdia.
Paisaje
Así, «no todo el paisaje que conocemos es natural sino que se ha construido a lo largo de los años», explica Estrany. Las 'marjades', los 'parats' y los 'albellons' de piedra, que sirven para drenar el agua de los campos y para evitar la erosión de la tierra, «son técnicas que ya se aplicaron en época romana y también en los siglos XVI y XVII para evitar que el agua se llevara la tierra y para que los campos no se inundaran».
Pero actualmente «se han localizado interrupciones en la red de sumideros tradicionales, a menudo vinculadas a la construcción de nuevas infraestructuras viarias, que generan problemas de evacuación en los campos de cultivo con la consiguiente pérdida de cosechas», añade el investigador Joan Estrany.
Además, según el experto, «el incremento de superficie urbanizable de la ciudad de Manacor ha cambiado la dinámica hidráulica del torrente, porque cuando llueve se vierten aguas fecales y contaminadas hacia el torrente de sa Cabana, que desemboca al de na Borges». Ante esta situación el investigador reclama la «necesidad imperiosa de establecer redes de control de los procesos hidrológicos y de erosión porque no existe ningún mapa que permita localizar las redes de 'albellons', las zonas inundables o para medir el grado de contaminación de los cauces. Una información que «es fundamental para poder llevar a cabo una buena gestión urbanística del territorio y para evitar la contaminación del agua».