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«Para poetas como Andreu Vidal, la poesía no era una forma de escribir sino una forma de vivir, sin límites. Creían que al cambiar vitalmente podías escribir de otra forma». Los textos de Vidal, fallecido en 1998 y homenajeado en los XXVII Premis Cavall Verd de este año, resonaron ayer en la entrega de estos galardones. El acto tuvo lugar en el transcurso de una cena celebrada en el club náutico de Palma.
Como se anunció con anterioridad, la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana premió a Antoni Clapés por El llum i el no-res (mejor obra poética) y, a título póstumo, a Maties Tugores por la traducción del poemario de Ismaël Aít Djafer Complanta dels captaires àrabs de la Casbah i de letita Jasmina morta pel seu pare. Su hermano, Joan Tugores, recogió el premio. La cena, durante la cual se leyeron textos de Vidal, estuvo presidida por el conseller insular de Cultura, Joan Font.
Por la mañana, tres expertos participaron en la mesa redonda Ad vivum. Entorn de la poètica d'Andreu Vidal, en Can Alcover. Josep M. Sala-Valldaura destacó que la obra de Vidal reflejaba «un mundo inhóspito que se transforma positivamente. Existe en sus textos un vitalismo inverso que encuentra vida en la runa». Por su parte, Víctor Sunyol alabó su «mirada nada cómoda sobre el mundo», y destacó que «la idea de la muerte atraviesa su obra por completo».