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El domingo en el Trui Teatre se presentó Camino a Las Vegas, un espectáculo en el que la realidad se convierte en ficción, o mejor, donde todo lo que se ve es verídico, puesto que desde hace tiempo, en la vida real, se celebra un casting de bailarines de hip hop para formar el equipo nacional de baile urbano que participa en el campeonato del mundo que se celebra en la ciudad de Las Vegas.
Por tanto, la historia que se representó anoche sobre el escenario, que simula una sala de casting como las muchas que hay en ese país, es similar a la verdadera. Doce bailarines en busca de una oportunidad que solo podrán conseguir ocho, lo cual hará que afloren envidias, una enorme combatividad, esfuerzos y, sobre todo, afán de superación por conseguir ese sueño.
No se conocen
Son bailarines, chicos, chicas, un gay entre ellos, que no se conocen, por tanto que nada tienen que ver unos con otros, y que encima cada cual va a lo suyo, algunos, si es necesario, atropellando a los demás.
Lo presenta la compañía Quality, aunténtica fábrica de bailarines, algunos de los cuales han pasado por los distintas ediciones de Fama, entre ellos el mallorquín Ramón Navarro, habiendo vivido también algunos la experiencia del casting real para viajar a la ciudad norteamericana del juego.
Se trata de una compañía que no cuenta con ayudas, ni subvenciones de ningún tipo, solo sustentada en el esfuerzo e ilusión de cada uno de sus componentes, que en su presentación alcanzaron un gran éxito, como el de anoche, y que solo pretenden hacerse un hueco en este mundillo que exige mucho y, a cambio, da bien poco.