Llàgrima de sang fue el ganador de la Rua. | Pedro Prieto

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Media Bolivia se vino ayer a la Rua de Marratxí. Lo digo por las numerosas comparsas, formadas por ciudadanos de ese país, que participaron en la fiesta, y que seguramente veremos en otras cabalgatas que se celebrarán en los días venideros. Sin embargo, y pese a sus vestuarios y sus alegres coreografías, se quedaron sin premios, aunque no pasaron desapercibidas. No sólo por el número de participantes, sino también por la buenísima y espectacular puesta en escena.
A tenor de los premios que se concedieron, en esta Rua, por encima de todo, se valoró la originalidad y, sobre todo, lo artesano, lo hecho a mano.
Sobre las cinco de la tarde llegaban los participantes a los alrededores del Ajuntament, donde se reunió el mayor número de espectadores. Abría el cortejo de las comparsas -veinte en total, lo que se traducía en unas seiscientas personas- el coche de la Policía Local, con el alcalde José Ramón Bauzá sentado junto al conductor, repartiendo sonrisas y saludos a través de la ventanilla. Tras él, el resto. Sin prisas, ascendían la empinada cuesta que les llevaba a las casas consistoriales. Además de las comparsas, por supuesto, había también quienes iban disfrazados por libre, como Adán y Eva -con serpiente y manzana incluidas-; los pequeños Bonnie and Clyde tirando de un coche en el que iba otro pequeño gánster; el fumigador, al que tuvimos que preguntarle si era disfraz o realidad; las chicas de las gafas, o los punk. Y también los había que disfrazados seguían la fiesta desde la acera, entre el público...
En cuanto a genialidad, me quedo con las uvas que hacen el buen vino, o con los corderitos y vacas, o con los ciento un dálmatas, o con el grupo de gente mayor. También con los Avatar, o con bolsos que cerraban el desfile... La verdad es que no fue sencillo acertar con el más original, lo cual es siempre bueno, pues significa que muchos son originales. En cuanto a las comparsas bolivianas con sus cholos, sus lindas mujeres ataviadas de ricos trajes, con sus brujos, etc., ya lo hemos dicho, una puesta en escena espectacular, pero más propia de un espectáculo de baile y danzas que de un Carnaval.