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Tony Curtis, fallecido la semana pasada a los 85 años, fue hoy enterrado en Las Vegas (Nevada) entre las lágrimas de cientos de «fans» y la presencia de su hija Jamie Lee Curtis y el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger.

Al servicio fúnebre acudieron más de 400 personas, entre celebridades, admiradores y admiradoras, familiares y amigos del intérprete, según publica la edición digital de la revista People. Posteriormente tuvo lugar el entierro y una recepción para 200 invitados en el hotel casino Luxor.

Los invitados, que pudieron ver una muestra de los cuadros pintados por Curtis y de sus escritos, recordaron al actor con historias sobre su vida mientras se exhibieron clips de algunas de sus películas más famosas.

«Nosotros», en alusión a sus hijos, dijo emocionada Jamie Lee Curtis, «somos su evidencia». «Recorremos el camino que él anduvo. Todos tenemos algo de él. Yo, por supuesto, tengo su necesidad de llamar la atención», dijo con humor, una nota predominante durante el acto, algo que hubiera querido el propio Curtis, según apuntó su hija.

Por su parte Schwarzenegger, que dirigió al intérprete en la película para televisión «Christmas in Connecticut» (1992), dijo: «Siempre me prestaba mucha atención, incluso cuando yo no era nadie».

El gobernador de California recordó asimismo cuando Curtis, ya anciano, apareció desnudo en la revista Vanity Fair. «¿Quién tiene la valentía de quitarse la ropa a la edad de 80 años? Se sentía como si tuviera 21», comentó.

La esposa del actor, Jill Vandenberg, que no dejó de llorar durante todo el servicio, declaró: «Era un hombre único. Era exactamente como la gente pensaba que era. Era así de encantador, el mismo hombre guapo de las películas».

Curtis fue enterrado entero de blanco, su color predilecto en los últimos años, así como con algunos de sus objetos favoritos: un iPhone, unas medallas, monedas de oro y los patucos de Nicholas, su hijo fallecido por una sobredosis.

Las anécdotas sobre su vida y los clips que se mostraron sobre sus películas arrancaron las risas de los asistentes, a pesar del motivo por el que estaban allí reunidos.

«Era una estrella de cine y le encantó serlo cada minuto», dijo su esposa.