Lo bueno de Pepe es que todo el mundo entiende lo que cuenta, dice o dibuja. Pues bien, parte de todo eso, ya sea en forma de cuadro, chiste o viñeta, lo muestra desde mañana en la galeria El Temple, de Palma. | Pedro Prieto

TW
1

A pesar de que han transcurrido 40 años desde el día que Pep Roig viera publicado su primer chiste en Ultima Hora, todavía no puede salir de su asombro de que ello sea una realidad. Considera «un milagro» lo transcurrido profesionalmente en ese tiempo y es por eso que ahora lo celebra con una exposición en la galería El Temple, para que todos los que quieran puedan compartir esa sorpresa de la que no se desprende nuestro compañero.

-¿Por qué lo consideras un milagro?
-Porque tuve la suerte de coincidir -con una personas de alta conciencia periodística y poco exigentes en la técnica. Mis primeros dibujos presentado eran horrorosos como tales, aunque muy directamente relacionados con la actualidad. Se ve que les caí bien, o les activé la misericordia. Lo cierto es que esos primeros pasos y mi propia tenacidad han sido claves.
-
-¿Qué ha cambiado para el argumento de tus chistes de aquella primera época de la década de los 70 a la de ahora?
-Lo único, que ahora estoy calvo, me duele la ciática y soy más guapo. Por lo que se refiere a la clase política, prácticamente nada. Cierto es que empecé en tiempos de la dictadura, pero participé de lleno en la transición hasta llegar a lo que ahora disfrutamos o padecemos. Yo diría que la época de la transición fue apasionante, porque no sabíamos en qué depararía todo aquello, hasta llegar a la actualidad, que es decepcionante. Antes, la corrupción política se daba por establecida. Durante la transición parecía que todo eso sería corregido. Y en la democracia se ha demostrado que la clase política ha nadado muy cómodamente en el lodazal de la trampa y el provecho propio. Y lo peor es que todo eso se ha hecho con el conocimiento y la complicidad de la ciudadanía, que sigue votando a los perversos.
-
-¿Qué vas a mostrar en la exposición?
-A mí mismo. He hecho un montaje caótico que refleja cómo soy: desordenado, improvisador, despistado y completamente abierto a todo lo que se presente. Cuando empecé a instalar la exposición, no tenía ni idea de lo que quería hacer, pero lo estaba haciendo. Lo mismo ocurre cuando hago mi viñeta diaria para el periódico o la historieta para Brisas, que se dibuja sola, o sea que el argumento lo pone el propio dibujo, aunque lo que lo inspira es lo que está sucediendo. Yo mismo me sorprendo cuando la viñeta está terminada, y muchas veces deseo ver el diario al día siguiente para saber lo que he puesto.
-¿Solo muestras chistes?
-No, es como un bazar en el que se podrá ver de todo: dibujos, cuadros, esculturas... Mi vida dio un cambio absoluto cuando empecé a colaborar en Ultima Hora, especialmente cuando en 1974 Pere Serra llegó con todo su bagaje de arte. Hasta entonces yo me había limitado a mis dibujitos, sin más pretensiones, pero Pere Serra me abrió las puertas de su casa y quedé atrapado por aquel intenso mundo de color. Eso hizo que poco a poco intentara participar de todo aquello que me parecía tan lejano, y que sigue siéndolo.