María José Manzano, Pepe Salas, Isabel Alemany, Bárbara Montserrat, Paco Le Senne y Francina Galmés. | Esteban Mercer

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Francina Galmés es otra de esas mujeres especiales que aparecen en la vida de uno y con su encanto arriban para quedarse. La vi en una de nuestras fiestas de Navidad y quedé cautivado por su elegancia, porte y también señorío. Hoy día no es fácil coincidir con personas que siguen valorando la estética y las buenas maneras sin que resulten engorrosas o cursis. Las buenas maneras fluyen de manera natural, no se explican, se ejercen.

Y Francina las transmite en cada uno de sus actos. Su boda fue publicada en estas mismas páginas y nos enamoró su estilo tan de Cortana, o Rosa Esteva, que es lo mismo. ¿Han visto su nueva tienda? Pues el pasado sábado celebró su 40 aniversario en una finca de la familia, las cuarenta primaveras de Francina Galmés Meliá, asesora jurídica de empresas y fundadora del Bufete Finch Abogados. Casi nada.

Fue un día maravilloso, fruto de dos días de angustia, debido a unas lluvias enfurecidas que asolaron la Isla, pero que, gracias a un regalo del cielo, todo quedó en una pequeña pesadilla. Esa mañana lució el sol más radiante y los mejores amigos y familia de Francina fueron testigos y participantes directos de un día verdaderamente mágico.

Empezó la jornada con la voz en directo de Bilonda, con sus versiones de soul y jazz, que enternecen el alma. En los postres nos sorprendió un mariachi, que apareció con una tarta personalizada y dos velas dignas del deseo más preciado y seguidamente nos volvimos locos con el grupo de rock&roll del abogado y amigo Toni Comas. Acabamos la noche de la mano de Marcos Ferragut como DJ y amigo y de la gran Rachel de Vidal, como regalo sorpresa de Marcos a la cumpleañera.

Varios discursos que hicieron llorar a los más sensibles, bailes improvisados, amor fraternal y de lo más auténtico, pintaron de color un día irrepetible. Francina consiguió, sin gran esfuerzo, reunir a sus buenos amigos de infancia de Luis Vives, a sus amigas del alma de la universidad, amigos de su marido, colegas de profesión, clientes y muchos amigos y familia que acudieron y disfrutaron a lo grande.

Tot a Punt Catering se encargó de montar una carpa beduina épica, de 20 metros cuadrados de envergadura, que recogía con su aliento la piscina y árboles de alrededores. La iluminaron con pequeñas luces que emulaban un cielo estrellado y junto con las velas que vestían las mesas, crearon una atmósfera angelical. Una maravilla. El diseño de montaje de mesas nos trasladaba a la Toscana más auténtica y fue elegida con mucho mimo por la anfitriona, de la mano de la directora de Tot a Punt Catering, Mariela Adrover. Del almuerzo y la cena se ocuparon varios restaurantes, panaderías y chefs de la zona, que cocinaron platos muy mediterráneos, pero sobre todo sanos y caseros. Fue una explosión de gusto y sabores muy nuestros, todo aderezado con la sensibilidad de la puesta en escena, siempre tan cuidada por la anfitriona.

Francina lució un primer vestido asimétrico muy sencillo, hecho a medida en seda satén piel de ángel, diseñado por ella y cosida por la aguja de Eva Strack. Pendientes de Cartier y zapato joya plano. Por la noche se cambió, eligiendo otro vestido en seda satén, esta vez de tirantes y corte lencero, diseñado por Narciso Rodríguez y una corona dorada de rosas y púas.

Algunos de los que lo compartieron con la feliz anfitriona fueron Pablo Erroz, diseñador reconocido y autor de la falda de la reina Leticia; Patrick Popp y María Juan de Sentmenat, Eduardo Ribas, Juan y Marcos Ferragut, empresarios, directivos, grandes influyentes y mejores amigos, que no dudaron en volar desde sus destinos para abrazar a su amiga. Un cumpleaños mágico para una mujer mágica. Felicidades, amiga. Sigo.

El apunte

Una preciosa mesa de inspiración toscana bajo la carpa beduina

Una preciosa mesa de inspiración toscana.

Francina Galmés llevaba meses preparando con ilusión la fiesta de su cuarenta cumpleaños. Es difícil sorprender hoy día, pues de unos años a esta parte buena parte de la sociedad mallorquina y española viene esmerándose a la hora de recibir a sus invitados. Desde luego una fiesta bonita lo es si se cuidan todos los detalles, y la mesa es uno de los más importantes.

Francina se decidió por un ambiente toscano, que tan bien casa con nuestra cultura y paisajes, pero podría habernos sorprendido con un ambiente palaciego y señorial. El caso era crear magia y ella lo consiguió con la ayuda de una carpa beduina épica, de veinte metros cuadrados de envergadura, que abrazaba la piscina y árboles de alrededores.
La iluminaron con pequeñas luces que emulaban un cielo estrellado y, junto con las velas que vestían las mesas, crearon una atmósfera angelical. Una maravilla.

Buen gusto y elegancia sensible que se respiraban en cada detalle. Platos de inspiración toscana, en una elegante vajilla en azul y blanco combinada con bajo platos de cristal con filo dorado, a juego con las sillas. Cristalería alterna en azules y rosas, todo a juego con más de 200 jarrones de flores que elaboraron Francina y su madre los días previos a la fiesta.

Sus invitados entraron a un paraíso visual y sensorial, se crearon emociones. Y vaya si ocurrió. Y sucedió porque la esencia de las personas que concurrieron fue maravillosa y todos sin excepción colaboraron con su alegría y cariño a crear una fiesta digna del recuerdo.

Una mesa por bonita y bien puesta que esté, si no cuenta con la sensibilidad de los anfitriones a la hora de recibir y dar conversación y buen ambiente, nunca conseguirá su verdadera función, que es la del disfrute.