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Con esta crónica quiero rendir un humilde homenaje de despedida a Gonzalo Espino, jefe superior de Policía de Baleares. La despedida oficial se celebró en el Hotel Gran Melià de Mar, al que asistieron todos los estamentos sociales, con la presencia de don Gabriel Escarrer, fundador y presidente de Meliá, que ejerció los honores de recibirnos en la que es su casa, un exquisito detalle hacia el homenajeado. De su círculo más cercano pudo asistir, acompañada de Marc, su hija Almudena, sensible y elegante como su padre, y que, a partir de los postres, no pudo contener las lágrimas provocadas por la emoción al ver las continuas muestras de cariño que iba recibiendo. También asistió, a pesar de la cumbre de la OTAN, su hermano Luis, igualmente comisario de Policía y con una extensa vida profesional.

Así como José Antonio Puebla, que de la cúpula de la Jefatura pasó a ser asesor vocal del ministro del Interior, cargo que ocupa actualmente. Siempre es un placer tenerlo entre nosotros. En la mesa familiar los acompañó Margarita Pueyo, que se desvivió en las últimas semanas para que todo saliera a la perfección, y lo consiguió. Como les he adelantado, la lista de invitados fue tan larga como ilustre. Destacamos, entre las autoridades, a la delegada de Gobierno, Aina Calvo, comparando en su discurso la labor del jefe a la del increíble mago que irrumpió en la sala, David Sans, por la facilidad de transformar los problemas graves en sencillos; el coronel de la Guardia Civil Alejandro Hernández, grandísimo representante del cuerpo al que pertenece; el fiscal jefe, Bartomeu Barceló; Diego Gómez-Reino, presidente de la Audiencia Provincial; la valiosa jueza decana, Sonia Vidal, logrando mantener en toda esta etapa una relación extraordinaria entre el poder judicial y la Jefatura de Baleares; Ramón Morey, secretario general y leal amigo y el comisario principal, José Luís Santafé, que se emocionó al dedicarle unas sentidas palabras, muestra de la estima que siente por él.

La representación empresarial estuvo encabezada por la presidenta de la CAEB, Carmen Planas, acompañada por dos carismáticos empresarios, Miguel Arias y Manolo Piñera, junto a María Frontera y otros buenos amigos como Xisco Miralles y Alberto García. En la misma mesa estuvieron el entrañable Elicio Ámez, Marina Sans y el doctor Miguel Xamena. Pudimos disfrutar durante el almuerzo de una buena representación del Cuerpo Nacional de Policía, mujeres y hombres entregados y nobles con una vocación de servicio público inestimable, lo afirmo con conocimiento de causa. Bien podría ser una mesa entre amigos la que me asignaron, compartiendo interesantes conversaciones con mi querida Cecci Sandberg, todo un ejemplo y referente en nuestra sociedad, Teresa Palmer, María Salom, el abogado Fernando Mateas… No faltó representación consular, de la seguridad privada, del Colegio de Abogados, de la judicatura, de la militar y de la eclesiástica con el vicario judicial Nadal Bernat. Ni mucho menos faltaron los medios de comunicación, como los periodistas de Ultima Hora Javier Jiménez y Julio Bastida. Guillermo Esteban y Juan Pedro Martínez, aunque no pudieron asistir, se acercaron un momento para rendirle pleitesía. No podemos olvidarnos de Mayte Sánchez, esposa y compañera de fatigas de Gonzalo. Durante estos años ha cumplido perfectamente su papel de primera dama. Tanto por su preparación profesional, doctora y militar de carrera –fue primera en su promoción–, como por su discreción y saber estar, ha sido fácil para ella mantenerse en todo momento a la altura de las circunstancias.


Acabo este homenaje a Gonzalo Espino con un broche de oro fantástico, la noticia de que el pasado miércoles el Colegio de Abogados de Baleares le nombró Colegiado de Honor. La laudatio, que fue pronunciada por la presidenta del Turno de Oficio, Carmen López, describió perfectamente la personalidad y el buen hacer de Gonzalo. Con permiso, Carmen, me apropio de tus palabras cuando dices que aquellos que hemos visto desfilar a Gonzalo por los pasillos de la Jefatura, con su porte impecable y adornado con una sonrisa, admiramos cómo dota cada acto de un sentido y a cada persona de un valor, aportando un toque de humor y aliento en donde es difícil encontrar algo más que desconcierto. Añado, querido amigo, que contigo se cierra una etapa irrepetible, ni mejor ni peor, pero única, como el ser excepcionalmente especial que eres. Arrivederci, Gonzalo. Que recibas muchas flores.