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Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte y destacado miembro del PP, tras la multitudinaria presentación de su libro que lleva por título Políticamente indeseable, que corrió a cargo del también político y periodista Xavier Pericay, reunió a más de cuatrocientas personas en la sala del hotel Meliá Victoria, atraídas por el personaje sin duda y por la invitación del Círculo Mallorquín y de Sociedad Civil Mallorquina. Ignacio Deyá, presidente del Círculo, y el abogado y secretario de Sociedad Civil Balear, Gabriel Le Senne, fueron los encargados de introducir a la protagonista y dar la bienvenida al gentío expectante y entregado que disfrutó con las palabras de la política.

Cayetana en las distancias cortas pierde la dureza que en la televisión se hace exagerada. Es una mujer dura y combativa, se siente nada más verla, es elegante y distinguida del resto, pero en sus ojos hay una dulzura que los medios de comunicación no trasladan. A priori puede caer mal, quizás como ella misma reconoce porque es individualista, sin embargo toda su «familia mallorquina», con la que pasa los veranos, fue a verla y a cuidarla. En fin, el libro recibió alabanzas sin fin y se vendió a mansalva con la autora firmando dedicatorias a cientos de personas sin mostrar ningún signo de cansancio.

Después, algunos de los presentes nos desplazamos al hotel Artmadans, propiedad de los hermanos de Nacho Deyá, para cenar en honor de la escritora, política y periodista, madre y además marquesa. La reñí ante el conde de Torresaura por tratar a su mentor inglés de Sir, título otorgado por la reina Isabel II y obviar a continuación el título de su amigo Mario Vargas Llosa. Opino que los títulos, que en todos los países de Europa se utilizan con normalidad en actos de este tipo, sirven para destacar el momento importante que lo generó y que es historia de España. Un título no es solo quien lo ostenta, es el motivo por el cual se lleva.

En fin, sé que a muchos les parecerá una tontería, pero no se puede amar a un país sin amar su historia. En el hotel Artmadans cenamos maravillosamente bien y además tuve la fortuna de sentarme junto a Carmen Fuster, dama maravillosa donde las haya. Hablamos de todo y más. Cayetana se despidió poco a poco, tras hacerse fotos con todos, y por qué no decirlo, dejó muy buena impresión.