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Obligatorio será nuestro reencuentro con los bellos parajes de la Serra de Tramuntana. Joan Bennàssar ha rediseñado su recorrido poblándolo con un centenar de sus esculturas con el objetivo de ahuyentar enfermedades, apatías y dudas y reencontrarnos con las risas y el sol del verano en un claro esfuerzo de construir futuro tras esta absurda pandemia.

Camí de Lluc con sus refugios de amor y ofrecimiento es la propuesta que une Inca, Selva, Caimari y Escorca a la sierra de la tramontana y en cuya inauguración el pasado domingo contó con la presencia de nuestro obispo, Sebastià Taltavull, y el concierto de la Orquestra de Cambra de l’Escolania de Lluc.

Con múltiples esculturas repartidas en los bellos jardines del Santuario sus anteriores argonautas mutaron a peregrinos, que es lo que somos todos aun sin saberlo cuando visitamos Lluc, punto clave en nuestra historia y vida. Es además un privilegio el recorrido por su jardín botánico y sus sorpresas y nunca está de más un delicioso almuerzo en uno de los restaurantes tan ligados a todos.

Las cabezas de Joan colonizando el campo de la Serra, como piedras milenarias fuera de contexto.

Anteriormente el artista de Pollença, casado con la artista Cristina Escapé, de la que soy fan absoluto, había inaugurado en Inca. No hay que perderse el patio del convento de San Bartomeu, en la parte alta de Inca, desde donde se puede contemplar una preciosa vista de la Serra y el pueblo de Selva, la siguiente etapa de recorrido concentrando las esculturas en la plaza y escaleras de su bella iglesia. Caimari completa este recorrido cuyo sentido hay que buscarlo en la convicción de Joan de que vivir es convivir y los bellos versos de Ramón Llull de su libro Amic i l’Amat, que debería ser de obligada lectura.